Por General de Aviación (R) Jorge Iturriaga Moreira

A.- Introducción.

Al ingresar a la Escuela de Aviación, lo más al sur que conocía mi país, era el paradero 34 de la Gran Avenida José Miguel Carrera, hasta donde había llegado en bus a retirar el prospecto de ingreso. En mi primer vuelo con el Capitán de Bandada Guido Rodríguez Parodi, mi recordado primer instructor, conocí San Bernardo. En ese vuelo me demostró lo que es un looping, un stall y por supuesto un spin, mientras giraba allá abajo la tierra, en el antiguo y modesto “Fairchild”, avión monomotor construido con planos cubiertos de tela, en el cual se volaba con la cabeza al aire libre, protegido del viento y la lluvia por un pequeño parabrisas.

En ese primer año en la Escuela de Aviación, tuve una  impresionante y trágica  clase magistral sobre el peligro de volar bajo. En efecto, al final de ese año se produjo en Chile una huelga de Ferrocarriles y a mi segundo instructor, que tenía el grado de Teniente, le ordenaron patrullar la línea del tren con el fin de comprobar que los huelguistas no hicieran daño a la vía de Santiago al Sur.

En la tarde de ese día, los cadetes de la Escuela de Aviación, nos enteramos con gran pesar, que se había producido un accidente de un avión Mentor en el cual se había estrellado y muerto su piloto, un Teniente, que era mi nuevo instructor de vuelo.

Esa misma noche el Teniente Arturo Silva Loaiza, instructor de la Escuela, llegó hasta nuestra sala de clase y con voz acongojada y visiblemente emocionado nos dijo: Ustedes pensarán que soy  mal compañero por decirles que mi querido amigo Teniente Quintana “se mato estúpidamente”, pero es la verdad. Se estrelló contra un poste de la línea férrea. Esto tiene que servirles como una cruda y dolorosa lección en su futura carrera, primero como pilotos militares y posteriormente como pilotos de guerra. “Nunca los postes, cables, árboles y cerros suben, son pilotos temerarios que estrellan sus aviones contra ellos en un vuelo demasiado bajo.”

Aquella cruda y dolorosa lección, siendo menor de edad aún, marcó una línea de conducta que me sirvió durante mis 7.000 maravillosas horas de vuelo que disfruté plenamente gracias a la Fuerza Aérea de Chile, volando por sobre todos los continentes y océanos del mundo incluyendo la Antártica. También, a propósito de este artículo, un vuelo a 1.500 pies bajo el nivel del mar sobre el Mar Muerto, volando un avión K-Fir de la Fuerza Aérea de Israel, durante una misión de ataque a bajo nivel.

Como Oficial de combate, durante mi permanencia en el Grupo N° 8, por razones tácticas había que ejecutar vuelos de bajo nivel, pero éstos  siempre eran por una ruta conocida previamente y a una altura libre de obstáculos. Es evidente que estos vuelos generan mucha adrenalina en los pilotos, por el placer de volar a gran velocidad cerca del  suelo, pero el criterio general es que prime la seguridad y la disciplina de mantener alturas que permitan sobrevolar el curso designado, sin poner en riesgo la vida propia y/o la de terceros además de la aeronave.

Han pasado más de cincuenta años desde ese trágico accidente en que perdí a mi instructor al estrellarse contra un poste de ferrocarril, sin embargo, todavía veo con gran pesar que se siguen matando destacados pilotos por la misma causa, estrellarse contra árboles, cables, cerros u otros obstáculos en el terreno que  debieran ser reconocidos antes de iniciar cualquier vuelo bajo.

La principal razón de escribir este artículo, es ayudar a tomar conciencia que la temeridad, la indisciplina o el vuelo bajo mal planificado, constituye un serio peligro para la vida de pilotos civiles, militares, tripulantes, pasajeros y destrucción o pérdida de material de vuelo.

En la antigua Base Aérea de Los Cóndores, en Alto Hospicio, Iquique, en lo alto de un hangar había una frase que siempre recordaré: “No pretendas ser el más audaz, sino el más viejo”.

B.- Generalidades.

Hace poco más de cien años, cuando la humanidad sorprendida comenzó la aventura de la aviación, nunca soñó que los vuelos serían el transporte más seguro y confortable.  Sin embargo, hasta el día de hoy, los accidentes aéreos generan más espectacularidad que los terrestres. Todavía gran cantidad de accidentes aéreos suceden por ignorancia o la arrogancia del ser humano de no considerar que el espacio aéreo, la velocidad y la mala visibilidad, le son elementos hostiles a los cuales sus sentidos de orientación y equilibrio, “no se han adaptado” con la misma rapidez con que ha evolucionado la ciencia y tecnología.

La adaptación de los reflejos humanos para convivir y sobrevivir con el medio ambiente terrestre, fue un proceso muy lento de millones de años y que le sirvieron para caminar y correr. Su cerebro evolucionó desde unos 300 gramos de peso 7 millones de años atrás, hasta más de un kilo que es su peso actual. Su inteligencia sobrepasó a todos los otros seres del planeta y su capacidad física fue suficiente para dominarlos y sobrevivir en la superficie de la Tierra. La capacidad física  actual no es muy diferente de aquella que tenían los egipcios que construyeron las pirámides hace miles de años.

A partir del siglo XIX y XX, la inteligencia humana materializó una revolución industrial, que puso a su servicio medios de transporte que se mueven más rápido que su capacidad de reacción; escapando al lugar físico que lo colocó Dios, pero hasta ahora, no ha modificado ostensiblemente su deficiencia física para lidiar con ambientes hostiles como el espacio aéreo y las grandes velocidades. Para suplir esta carencia,  debió producir  patrones exigentes  de empleo de estos medios modernos que, cuando no se cumplen racionalmente, ponen en peligro su propia vida y la de los demás-

 C.- Accidentes de aeronaves en vuelo bajo.

1.- En la Escuela de Aviación

Además del accidente de mi instructor, mencionado en la introducción, durante el mismo año 1954, se accidentó otro avión Mentor en el cual falleció el instructor y mi compañero de curso, Cadete Carlos Pinto.

En un día de muy buen tiempo, volando un turno de instrucción de vuelo básico, este avión se estrelló en las cercanías de Melipilla contra un cerro, evidentemente en una maniobra de vuelo bajo que demostraba el instructor.

2.- En Antofagasta.

En la Base Aérea de Cerro Moreno en Antofagasta, durante la mañana de un hermoso día, un piloto salió en un bombardero B-26 a volar un turno de práctica de vuelo solo en una zona que se le había asignado hacia el interior sobre la pampa. Durante ese vuelo se dedicó a volar muy bajo sobre el terreno, haciéndole una pasada muy cerca a un camión. El chofer muy asustado, se detuvo en el primer teléfono que encontró en el camino para reclamar a la Base aérea, noticia que recibió en la Comandancia el Brigadier, General LuisBoteselle Pahul.

El Brigadier dispuso que este piloto se presentase apenas aterrizara en su Oficina, por lo que el Comandante del Grupo N° 8, en persona lo estaba esperando. Este Comandante se llevó la gran sorpresa cuando el avión después de aterrizar  detuvo sus motores en la loza, al observar que una de las hélices tenía las puntas dobladas evidentemente al chocar levemente en el terreno durante su vuelo ras del suelo. Este piloto con un inocente tripulante a su lado y su avión, estuvieron a unos pocos centímetros de terminar trágicamente su vida.

El Brigadier luego de recibir a este joven Oficial en su Oficina, dispuso como una medida ejemplar de disciplina, despacharlo de inmediato del Grupo N° 8 y ponerlo a disposición del Comando del Personal en Santiago, debiendo viajar ese mismo día en un avión comercial que por itinerario despegó a las 13:00 horas desde Antofagasta.

3.- En el Valle Aconcagua.

Este hermoso valle cercano a Santiago ideal para  vuelos de práctica, ha sido testigo de muchas indisciplinas de vuelo y de accidentes fatales. Un avión B-26 y un Mentor volando bajo terminaron estrellados contra cables de alta tensión. Seguramente otros pilotos, al leer este artículo, podrán recordar detalles de esos accidentes y posiblemente de otros que mi memoria olvida.

4.- En la Región de Los Lagos

  1. a) En el Río Petrohué.

En un día despejado en que el paisaje sureño luce en todo sus esplendor sus verdes valles y los imponentes volcanes nevados, cosa no muy frecuente en esta zona de lluvias y nubes, un piloto de helicóptero S-55 recibió la orden de trasladarse a Ensenada, para trasladar de regreso al Jefe del Estado Mayor de la Tercera Brigada Aérea.

Como el día estaba tan maravilloso el piloto decide disfrutar el paisaje, volando sobre el lago Chapo que se encuentra aprisionado en las alturas de las montañas cercanas al volcán Calbuco, donde se construyó la represa Hidroeléctrica Canutillar. Después de sobrevolar este lindo paisaje decide bajar y remontar el RíoPetrohué rumbo a Ensenada. Pero su  vuelo empieza a ser tan bajo que repentinamente choca con un cable que se encuentra entre las dos riveras del río.

El helicóptero cae bruscamente al lecho del río y se destroza dejando al piloto y a su mecánico tripulante en medio de las turbulentas aguas. El piloto en su desesperante situación mientras baja por el torrentoso caudal, se encuentra de improviso con un bulto al cual se aferra y que resultó uno de los asientos del helicóptero que es apto para flotar. Algunos kilómetros río abajo logra asirse a unas ramas de la orilla y salir de las aguas.

Cuando el helicóptero no llega a su destino se declara una posible emergencia y empieza una búsqueda que no da resultados durante el resto de horas de luz. Al día siguiente unos pobladores dan cuenta que han encontrado al piloto en relativamente mal estado pero sin peligro de su vida. Al saber por boca del piloto lo sucedido, se empieza una ardua búsqueda del tripulante a lo largo del lecho del río Petrohué y el estuario Reloncaví, búsqueda que no dio ningún resultado y hasta el día de hoy está desaparecido.

La precaución mínima que se debe tener antes de volar bajo, en cualquier río del mundo, es reconocerlo antes desde lo alto, porque nunca se sabe cuando los pobladores instalarán cables para ellos mismos y/o sus cargamentos.

b.- Puerto Octay.

Un Grupo de combate de Punta Arenas debe trasladarse a Puerto Montt con aviones A-37 para entrenarse en esta zona. Debemos recordar que una de las fortalezas de este avión es su capacidad de ataque a bajo nivel.

Aprovechando uno de esos hermosos días despejados, un piloto decide hacer un vuelo bajo nivel no programado en las cercanías de Puerto Octay,  sorpresivamente  pasa a llevar unos cables de alta tensión produciendo un corte de electricidad en toda la zona desde Puerto Octay hasta Puerto Fonk.

La población quedó a oscuras por 24 horas y  periodistas locales acudieron al Intendente; puesto que yo desempeñaba en ese momento en el grado de General de la Fuerza Aérea, con el fin de averiguar las causas de este incidente. Situación extremadamente incómoda y desagradable, tratando de explicar lo inexplicable.

Al día siguiente desde mi Oficina  vi pasar  al piloto que había incurrido en la indisciplina  caminando como si nada hubiese ocurrido. Llamé al comandante del Grupo para preguntarle que acción tomaría con el Oficial, respondiéndome que al regreso a su Unidad en Punta Arenas resolvería esa situación.

En mi calidad de Intendente, que tuve que dar las explicaciones a la opinión pública y de Brigadier al mando de otra Unidad con pilotos, que habían sido  testigos de la indisciplina de vuelo, tomé una decisión similar a la que había visto tomar a otro Jefe en Antofagasta hacía ya muchos años, ordenando que el piloto regresara en el próximo avión comercial a Punta Arenas, dejando las acciones disciplinarias correspondientes al Brigadier de la Cuarta Brigada, Unidad a la que pertenecía.

5.- Accidente próximo a La Junta.

Durante el año 2008, en un día con mal tiempo y techos relativamente bajos, un avión bimotor comercial trasladando varios pasajeros en un vuelo con destino a La Junta en la XIa Región, se encajonó en el valle se estrellándose contra un bosque debido a mala visibilidad.

Después de una larga búsqueda, el avión fue encontrado con el piloto muerto y todos los pasajeros vivos después de una muy difícil supervivencia gracias a las instrucciones que les había dado el propio piloto antes de fallecer.

Los pilotos que tenemos experiencia en volar valles cordilleranos en esa zona, sabemos que el tiempo atmosférico es el que manda el plan de vuelo, se puede volar entre cerros y bajo las nubes, pero nunca correr el riesgo de quedar encajonado con mala visibilidad. Es necesario tener mucha paciencia en estas condiciones porque el buen tiempo  indispensable para un vuelo seguro, a veces tarda varios días en llegar.

Lamentablemente gran parte de la provincia de Palena todavía no cuenta con caminos terrestres que son los que realmente integran una zona geográfica en la que sólo se debe volar con buen tiempo atmosférico.

6.- Accidente en Cochamó-

Quisiera terminar este breve relato, con un accidente sucedido cincuenta y cuatro años después que se matara mi instructor en la Escuela de Aviación, que ocurrió durante el año 2008 en un lugar muy cercano al pueblo Cochamó, en que un avión Twin Otter con un experimentado piloto instructor lo estrelló contra unos cables de alta tensión, como consecuencia del cual se destruye su avión y mueren todos sus ocupantes. Es doloroso percatarse que pese al tiempo transcurrido y a los innumerables accidentes aéreos, éstos “no han enseñado nada” y  siguen destruyendo familias y desapareciendo trágicamente jóvenes que tenían todavía una larga y bonita vida profesional en la Aviación.

CONCLUSION.

Nunca los árboles o los cables suben, son los pilotos que por descuido o temeridad bajan y los chocan”.

Es muy grande el desafío de extraer una conclusión que ayude a formar una conciencia de disciplina aérea en los jóvenes pilotos chilenos para salvar sus vidas.

Hay una responsabilidad trascendente en los instructores, de los que se espera, que al contrario de matarse ellos mismos, inculquen con sabiduría una doctrina de cuidar la vida y “no ser los más audaces del cementerio, sino los más viejos” para que tengan la oportunidad de disfrutar una familia en la vida.

Doy fe que cumpliendo las distancias reglamentarias del vuelo visual respecto de los obstáculos, Usted puede disfrutar mejor del paisaje en un día despejado. A veces 30 metros es la diferencia entre la vida y la muerte. Guarde la adrenalina para cuando tenga que hacer una aproximación instrumental de noche con el techo mínimo, lluvia, turbulencia y viento cruzado, pensando que si no logra encontrar la pista, tendrá que volar al aeropuerto de alternativa.

La profesión de aviador se desarrolla en un ambiente distinto al que nos puso Dios sobre la tierra. Cada vuelo es diferente y con exigencias imprevistas, no hay tiempo para aburrirse y por sobre todo debe desarrollarse la responsabilidad de conservar la vida propia, de los pasajeros y del material de vuelo. El buen o mal prestigio de un piloto después de la muerte trasciende  para siempre y es la herencia que dejamos en esta tierra.

Nos podrán leer lindos discursos en el cementerio frente a nuestros amigos, seres queridos o nuestros hijos huérfanos, porque no hay muerto malo, nadie nos va a poner en la lápida que nos matamos por torpes y estúpidos, pero todos sabemos cuando eso debiera estar escrito así.-


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