(Testimonio publicado el año 2000 en la revista PILOTOS Nº1 –
Órgano de difusión del Círculo de Pilotos de Chile)

Francisco Spiegel y Gastón Ronda están cruzados por una misma experiencia de la cual hacen distintas evaluaciones. Las circunstancias los llevó a buscar opciones laborales fuera del país. Israel fue la oportunidad y allí vivieron una aventura cuyos episodios más notables, registran en estas páginas.
El primero narra sus peripecias profesionales, y el segundo, enfatiza en los hechos humanos y sus consecuencias.

FRANCISCO SPIEGUEL
OPERANDO CON 55 TONELADAS Y DIFERENDOS LIMITROFES DE POR MEDIO

Interrogatorios a prueba de Espías, Base Check Nocturno Visual y una Jefa de Cabina que jugaba a no entender nada, fueron algunos de los escollos que tuvo que salvar Spiegel antes de ser aceptado en Aeroel Airways.

La alternativa de buscar una fuente laboral en el extranjero era una curiosidad que captaba poderosamente mi atención. Problemas personales y el entusiasmo que me brindó un amigo, fue la chispa que inició esta aventura. Recurrí al Internet que me contactó a través de sus páginas Web, con empresas como Findapilot Directo Personell y Aepes Inc., las que por un monto descontable vía tarjeta de crédito, ponen los datos del postulante a disposición de las compañías aéreas del mundo, interesadas en pilotos.
Comenzaron a llegar varias ofertas laborales, las que se desvanecían cual pompas de jabón, al enterarse de que soy chileno. Green Card para Estados Unidos y licencia FAA , eran requisitos que me dejaban fuera del mercado rápidamente. Me sentí discriminado al recibir rechazo tras rechazo por esa causa.
Apareció una oferta de una plaza de comandante en Israel, con contrato por 6 meses, para volar B-737 /200. Me pidieron copias de la licencia, del examen médico, Ia bitácora timbrada y un certificado de aeronáutica. Hubo muchas llamadas telefónicas hasta que finalmente, se definieron las condiciones y partí a Nueva York.
Los tickets de conexión para Tel Aviv me esperaban en el counter de la compañía El AL y dieron paso a una extenuante revisión de Seguridad, que consistió en un interrogatorio de cuarenta minutos, en el cual tuve que responder repetidamente, las razones del viaje, quién compró el pasaje y el nombre de la empresa.

SORTEANDO DIFCULTADES

En Tel Aviv, los sindicatos se oponen a la presencia de extranjeros, por lo que las presiones llegaron a Aeronáutica. Esta solicitó un simulador de evaluación previo a ser aceptado. El mismo día de llegada, fui llevado al MAE, al día siguiente cumplí los exámenes de laboratorio y dos días después estaba en Inglaterra en simulador, ante un inspector delegado JAA y el segundo de la DGAC israelí, el señor Liss Hannan.
Afortunadamente y como contrapeso por estas presiones, recibí gran apoyo del Departamento de licencias de la dirección de Aeronáutica que despachó con prontitud, todos los documentos que la FAA local, requirió para las convalidaciones.

Una de las sorpresas que me llevé fue verificar que nuestras Standard Operational Procedures eran definitivamente distintas de las locales. Por otro lado, un piloto de Nueva Zelanda, que venía de volar B-737 /400, traía sus propios procedimientos, causando algunas confusiones en el cockpit.

Hubo detalles que hacían diferente los ejercicios de simulador de 737 con respecto a los nuestros, entre otros, el empleo de un QNH muy distinto de 2992, lo que en un trabajo a baja altura aumentaba notablemente la carga de trabajo. Muy pronto me percaté que ellos otorgan gran importancia a la aplicación de criterios cada vez que termina cualquier procedimiento de emergencia.

La elección de la pista a la que se irá, los avisos a los pasajeros, la comunicación con la tripulación de cabina, la coordinación con el ATC y la empresa, son factores de una tremenda relevancia, al punto que alguien puede salir mal en un ejercicio de Wheel Well Fire. Los criterios, la discusión de las alternativas con el otro piloto, lo son todo a los ojos de la JAA.

LA PRESION DE AFIATARSE

Cuando obtuve las SOP’s volví al simulador en Inglaterra por dos sesiones de estandarización, para luego ser presentado por el delegado JAA al inspector israelí, a un piloto inspector de la IAI (Israelí Aircraft Industries) y al jefe de material B-737 de la compañía, tres personalidades en el simulador para el examen final. El piloto de Nueva Zelanda, se retiró a medio camino, y quedamos solamente los dos pilotos de Chile.

Las felicitaciones y una cena de bienvenida a la Empresa constituyeron uno de los buenos momentos de mi vida. En tanto, fue algo difícil el hecho de que no sólo el procedimiento era en inglés, sino también el briefing de despegue, los análisis, las discusiones de los criterios y las coordinaciones con una jefa de cabina que, por si fuera poco, jugaba a no entender lo que se le decía.
Un base check en Eliat, al sur de Israel fue la otra sorpresa. Había que ejecutar virajes muy cerrados para no sobrevolar Jordania, tramos con el viento no muy largos, para eludir sobrevolar Egipto. ¿Lo mas novedoso?, un base check nocturno visual.

También llamó mi atención que la puerta de acceso al cockpit no posee los Standart Blow Out Panels que todos conocemos, es blindada y existe detrás del galley, otra puerta, también blindada, la que se cierra en vuelo, por lo que jamás el cockpit, está visible desde la cabina de pasajeros.

El tráfico en esta parte del mundo es muy denso en la época de alta, por lo que no es raro el circuito de espera ya que no hay espacio en plataforma.

BORRANDO PREJUICIOS

La isla de Chipre y Turquía tiene un diferendo territorial y no existe comunicaciones entre ellos, eso obliga a los pilotos a llamar al F.I.R de Chipre o Turquía según corresponda, para hacer las coordinaciones del vuelo con anticipación, lo que crea más de algún problema. Las transferencias son una frecuencia distinta de la que uno debe pasar en la práctica, frecuencia que además no está publicada.

Respecto de las postas, Turquía y Grecia tienen las costas más lindas que yo haya visto, los aeropuertos son modernos, limpios y ordenados y los prejuicios que uno tenia de esta parte del mundo quedan totalmente desacreditados, al ver Europa en toda su modernidad.

Israel en tanto, es un país hijo de Estados Unidos, organizado con amplias carreteras, lleno de Mac Donalds, Office Depot y otras cadenas americanas de renombre. Estas modernas instalaciones contrastan con las antigüedades que existen en todo el país, principalmente en Jerusalén. Para que hablar de atracciones históricas de hace más de 2000 años como Masada y rarezas como el Mar Muerto, el punto más bajo de la tierra, ubicado a 1.287 pies bajo el nivel medio del mar.

En otro aspecto, llaman Ia atención las placas solares en todos los techos de las casas y edificios. Datos estadísticos indican que Israel ahorra 2000 Kw/h al año en costos de electricidad, por cada unidad, lo que sumado a las demás aplicaciones en este campo se llega a que el 4,5% de la energía total del país, proviene del Sol.

Los sistemas de riego por goteo en casas particulares y parques públicos, permite ver campos y cultivos iguales a Chile central, pero en pleno desierto. A excepción de la nostalgia que se siente por la lejanía de los seres queridos, ésta ha sido una experiencia digna de vivirse en todo aspecto. Vale la pena.

GASTON RONDA
LA TIERRA PROMETIDA

Gastón Ronda relata como su experiencia en Israel, se inicia con una gran expectativa y terminó con una acción legal en contra de la compañía.

El teléfono empezó a sonar insistentemente. Nadie se movió a contestarlo y tampoco tenía ganas de hacerlo yo. Y es que desde un tiempo a esa parte todos los llamados que recibía eran de cobradores y de agentes del banco que amenazaban con rematar mi casa.

Mi intención era dejar que el teléfono sonara, pero tal como dice el sociólogo Pablo Hunneus en su obra “Lo comido y lo bailado”, resulta difícil no contestarlo cuando éste suena. Lamentando no haber adquirido en Miami uno de esos aparatos que deforman la voz, intenté cambiar la mía, con el fin de eludir el llamado.

Hello, ¿Captain Ronda? Al otro extremo de la línea la voz hablaba en inglés y preguntaba por mí. Fue el momento más feliz que tenia en muchos meses que terminaba con una larga cesantía y un arduo trabajo en Internet iniciado hacía tiempo en búsqueda de una fuente laboral.

Me ofrecían una plaza fuera del país para lo cual debía adjuntar nuevos antecedentes traducidos al inglés y oficializados en el Ministerio de Relaciones Exteriores. Este servicio que era pagado, me estaba vedado por mínimo que fuera su valor debido a mi precaria situación financiera.

Ya no quedaba mucho en casa que yo pudiese vender con facilidad, sin una pérdida notoria de patrimonio. Estimando que Ia traducción me costaría unos 10 mil pesos, acepté la oferta de 20 mil que me hicieron por un discman, y pensé que el dinero incluso me alcanzaría para almorzar y movilizarme algunos días.

Al realizar el trámite en el ministerio, pude constatar cuán alejado estaba de mis estimaciones. Si bien el valor de cada hoja era de 12 mil pesos, la persona encargada me informó con la mejor de sus sonrisas que el costo del documento era de 64 mil 500 pesos, ya que el formato era de tal complejidad, que cada hoja traducida se convertía en al menos cinco oficiales más un agregado. Por otro lado, el trámite tomaría 15 días y yo necesitaba enviarlo antes de 72 horas.

Resolví traducirlo yo y ello fue suficiente para determinar mi partida a Israel, país que se convertía para mí, literalmente, en la tierra prometida.

NADIE NOS VINO A RECIBIR

Junto a otro compañero chileno partimos a Israel. Durante el viaje desde Nueva York a Tel Aviv, conocimos a otros pilotos canadienses que viajaban con el mismo objetivo que nosotros. Durante la conversación que sostuvimos con ellos comenzó a tomar cuerpo en mí, el concepto de ser un piloto internacional y de pertenecer a esa casta diferente de hombres que salían lejos de su tierra a volar. Aquellos que dejaban todo atrás para buscar en otras latitudes lo que no tenían o les era negado en su patria.

Se agolparon en mi mente los primeros recuerdos de mi carrera. cuando nada me hacía pensar que algún día sería parte de aquellos pilotos de los cuales oíamos hablar a los más “antiguos”, y sentí en mi interior ese grato cosquilleo que logró hacerme olvidar, por un momento, la tristeza que me embargó desde que partí de Santiago.

A bordo del 747 de EL AL, la mayor empresa israelí de aviación, empecé a conocer lo que sería mi vida futura en Israel, ya que las costumbres religiosas de muchos israelíes quedaron de manifiesto durante el viaje, por el tipo de comida que preferían, especiales y diferentes, y por las extrañas vestimentas de los varones, quienes se juntaron varias veces durante el vuelo en la parte posterior y frente a las puertas del avión, con un tipo de indumentaria más extraña aun.

Me asustó pensar que tal vez había sido un error aceptar esa plaza de trabajo, por una imperiosa necesidad económica. Mis dudas ya no solamente se basaban en el ambiente bélico de ese estado, sino en mi capacidad para adaptarme a las costumbres del país que sería mi nuevo hogar.

Al llegar a Tel Aviv, encontré el terminal aéreo muy pequeño para mis expectativas y bastante antiguo para lo que es Israel en otras áreas. Ahí mismo conocimos a otro integrante del grupo contratado por la empresa, otro canadiense que también volaría el Dash 8. Luego de esperar varias horas y aburridos por la ausencia del recibimiento que esperábamos, decidimos partir hacia el alojamiento indicado en la última correspondencia con la firma irlandesa DPI que nos había contratado, un hotel en las cercanías del aeropuerto Ben Gurión.

SORPRESA TRAS SORPRESA

En la recepción del Hotel, nadie estaba enterado de nuestra llegada, ni tenían noticias de tal empresa donde volaríamos. A esa altura del partido, me dí cuenta que no era posible continuar echando de menos a mi país, había mucho de lo mismo, incumplimiento, despreocupación, desorganización. Me sentía en casa otra vez y olvidé rápidamente las preocupaciones por una posible falta de adaptación.

Otra sorpresa fue constatar que la puntualidad, Ia preocupación por el itinerario, el respeto por el pasajero, La presentación a tiempo de los planes de vuelo operacionales y su confirmación con los centros que corresponden, la solicitud del Slot Time y su tramitación, así como la petición a tiempo del combustible entre otros procedimientos, distaba mucho de los estrictos esquemas que se utilizan en empresas serias chilenas y se asemejaban más a lo que ocurrió con otra Aerolínea Nacional que terminó igual que la israelí.

El derroche estaba a la vista, uso indiscriminado de los celulares de la empresa, por parte de toda la tripulación; exceso de personal, en las áreas de movilización, operaciones terrestres y de vuelo, y tripulación de cabina. Era fácil darse cuenta de que la empresa no podría mantener ése nivel de gasto y en cada reunión en que participamos los “chilean pilots”, les hicimos ver lo que pasaría, sólo que por mi parte, no esperé que ello fuese a ocurrir tan rápido.

Quería que la compañía en que me desempeñaba en ese momento se desarrollara normalmente e insistí en varias oportunidades sobre ese punto, pero la embriaguez de éxito de la pequeña empresa que empezó con aviones para 50 pasajeros, y que ahora importaba pilotos para su flamante B-737 para 121 pasajeros, le impedía aceptar consejos. Nuevamente recordé a esa compañía chilena que terminó siendo sobrepasada por su propio desarrollo.

CON EL ÁNIMO ABAJO

Mi trabajo consistía en volar con un capitán que estaba en instrucción, tenía 60 años y había participado en la guerra de los seis días. Era el tipo más simpático de la empresa, poseía una filosofía de vida tan simple, era amable, afectuoso, educado y con una habilidad para narrar sus experiencias que los vuelos con él eran un verdadero agrado. El estaba ansioso por aprender todo, parecía una esponja absorbiendo conocimientos. Los llamados procedimientos especiales de aproximación !e resultaron totalmente nuevo, los que aprendió sin dificultad y puso en práctica de inmediato. Volar con el jefe de Pilotos, me resultó más complejo por los constantes check de conocimientos a los que yo era sometido en cada uno de los vuelos con él. Sin embargo, el confesó a otro capitán, que nunca pudo sorprenderme.

Las dificultades del idioma quedan de manifiesto en todas las situaciones de la vida diaria. Por ejemplo, aunque gran parte de las calles de Israel ya poseen el nombre en inglés, los mapas callejeros en cambio están solamente en hebreo.

La parte laboral es igual que en todas partes, los SOP varían solamente en la forma de presentación más que en el fondo y uno debe adaptarse al tipo de comunicación, ya que volamos en un área donde confluyen muchos idiomas, con diferencias notorias en la pronunciación del inglés. El que hablan los turcos en sus controles difieren ostensiblemente del hablado en Rumania o Hungría, y el que hablan en Chipre, es el mejor, debido a que este país fue colonia inglesa hasta hace poco tiempo.

No practicar el idioma materno produce un deterioro en el estado de ánimo y como la preocupación de la gente en Israel gira en torno a Europa, el Medio Oriente y los países de la federación rusa, ver televisión en inglés, griego, turco, rumano, árabe o hebreo, es un suplicio mayor aún. El Internet fue otra vez de gran ayuda, ya que por unos pocos dólares, pude leer la Tercera, El Mercurio, escuchar Radio Cooperativa y ver canal 13, acercándome de esa forma a esta larga y angosta faja de tierra.

NUEVAMENTE CESANTE

Al estar tan lejos de la patria, ese sentido humano de pertenencia hace que uno comparta más de lo debido con la persona que tiene cerca y baja las barreras de la prudencia que impone la vida cotidiana. Es cuando se ponen a prueba las relaciones interpersonales y es duro constatar que después de haber compartido con alguien alegrías y desconsuelos, anécdotas y tristezas sólo existen diferencias insalvables que determinaron una separación completa provocando un aislamiento mayor del que ya teníamos.

Esta situación impidió tener una visión compartida de los problemas que enfrentábamos en conjunto, con respecto a nuestra situación laboral e impidió idear una estrategia común que nos hubiera permitido negociar en bloque, lo que fue aprovechado por la línea aérea donde prestábamos servicio, que logró de mala manera, que los irlandeses, quienes nos habían contratado, pusieran fin anticipado a nuestro contrato, alegando incumplimiento y deslealtad de nuestra parte.

Quedamos de esta forma a merced de la compañía y bajo su completo arbitrio.

A la fecha y mientras narro esta historia, mantengo una acción legal, que presenté a las autoridades laborales del estado de Israel, en contra de la empresa por estar impagos los salarios correspondientes a los meses de octubre y noviembre. Esta acción la emprendí solo.

Como recuerdos de esta aventura, me queda el haber conocido Tierra Santa, los lugares bíblicos más interesantes, el fascinante El Cairo, idiosincrasias diversas, esperanzas y anhelos que aun proviniendo de personas tan diferentes a nosotros, guardan esa similitud universal que nos hace tan iguales.

En lo personal, creo haber aprendido dolorosamente que la sabiduría popular tiene varios dichos que debí tomar en cuenta, entre otros, el que dice “Quien a buen árbol se arrima, buena sombra lo cobija”, y por no seguir esta máxima estoy de regreso en Chile, sin un veinte, sin trabajo, sin posibilidades de optar a un nuevo lugar en la mayor empresa de leasing de pilotos del mundo, presentando una querella a 14 mil kilómetros de distancia y volviendo a pelear con el banco, para evitar el remate de mi casa.

Con todo, sigo esperando que Internet repita aquel milagro de hace algunos meses, pensando que si existe esa nueva oportunidad, no olvidaré mi ingrata experiencia ni desecharé los consejos de la sabiduría popular.

Nota.-
Gastón Ronda Calvert es miembro de nuestra Asociación de Pilotos en Retiro. Tanto él como Francisco Spiegel Godoy se formaron como pilotos comerciales en Lan, alcanzando ambos el grado de Capitán de Aeronave. Gastón Ronda se desempeñó como Jefe de Flota de B-737 y como Director del Círculo de Pilotos (1985-1986)..

 

Categories: Crónicas

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