(Por Hernán Ortiz Cornejo)

Hernán Ortiz Cornejo fue Radio Operador de tierra de LAN incorporado a la radio estación de Los Cerrillos en Enero de 1951, después de ejercer las mismas funciones en la estación de Pan de Azúcar de La Serena.

El relato del regreso de su comisión se remonta a Junio de 1951:

“Y por fin llegó ese día de viajar, 21 de Junio. Tempranamente desde la apertura del servicio, después de cursar los WXS, el tiempo reinante, supimos la posibilidad de un vuelo de Balmaceda-Chile Chico-Balmaceda. Había que informar a los pasajeros…

¡Ah!… Dispensen mi omisión al respecto. LAN como institución aérea comercial estatal cumplía realmente su papel de servicio público manteniendo el servicio aéreo a pueblos aislados o con vías terrestres cerradas por la inclemencia invernal, como era ahora el caso de Chile Chico. Decía, me dispensaran por mi omisión de informarles de una labor de servicio público extra que LAN proporcionaba diariamente al mediodía: siendo las 12:00 horas se hacía sonar una aguda sirena. ¡El pitazo de las 12!… era la señal horaria para la ciudad, en especial para los trabajadores agrícolas para quienes significaba el cese de sus labores para la respectiva colación-almuerzo, etc. Con este medio de información de los pitazos, parecido a lo que hacen los Bomberos, LAN informaba de sus vuelos. Dos pitazos correspondía a la llamada de pasajeros…

Precisamente hoy  se dieron los dos pitazos a las 09:30 hrs para que los pasajeros se presenten en la oficina de LAN para hacer los chequeos respectivos para el vuelo, pues ya teníamos el anuncio de vuelo a Chile Chico a las 11:00 hrs. Con esmero se hizo el recuento del pasaje. La mayoría de las personas tenían urgencia de viajar y pedían prioridad, especialmente los enfermos. Tickets, manifiesto de pasajeros y carga, todo preparado, cargado el camión y la camioneta de pasajeros dispuesta… Todo listo, sólo resta esperar la confirmación del despegue.

Con tanto ajetreo en esta singular labor de reiniciar la actividad de vuelo a esta también extraordinaria ciudad de Chile Chico no he reparado en decir que el día está parcial nublado, stratus cúmulos, grandes claros azules, baja temperatura… Un día muy helado y escarchado. Pero que importa si estamos esperanzados en viajar… Y eso nos proporciona una alegría y aliento de inefable y sublime caloría.

Con la seguridad que se cumpliría el vuelo, minutos antes de las 11:00 hrs se despacharon rumbo al aeródromo, a cargo del ayudante Pedro, el camión y la camioneta con carga y pasajeros. Mientras yo, en mis equipos de radio receptores esperaba el radiograma del despegue desde Balmaceda. Efectivamente el mensaje de despegue no tardó en llegar: DC-3  009 LAN QTN BAL 1102 hrs QAB CCO 9999. En este vuelo venía de Comandante el Piloto Sr. Rafael Salas Stone y de Radio – Tripulante el Sr. José Ramírez Zúñiga (merecedores de mención muy meritoria y honorable). Registrado y anotado en la bitácora de Comunicaciones este radiograma, de inmediato me subí al Jeep, de un pasajero y un familiar, que me esperaba listo para llevarnos al Aeródromo.

En este trayecto, no tenía otros pensamientos que no fueran relacionados con mi familia, como también el de hacer bien las cosas del momento, mis labores. Poco antes de llegar, en la subida de la planicie, dimos alcance a la caravana de avanzada, la pasamos, llegando primero al aeródromo. Justo teníamos a la vista al DC 009 tomando la pista. Estacionamos el Jeep en la caseta-losa (losa terminal). El DC 009 ya aterrizado y en lento carreteo por la pista completamente cubierta de nieve. Detenido el avión se abre la puerta, baja el Piloto Comandante Sr. Salas Stone seguido de los pasajeros y demás tripulantes. Luego aparece el Radio Técnico Señor Francisco Peter acompañado del Radio tripulante Sr. José Ramírez.

Después del saludo de rigor, del Cdte. Sr. Salas me hace saber que las condiciones de la pista no son aptas para una operación normal, pues la nieve, además del espesor, está blanda. Señalando en dirección al tren de aterrizaje observo que las ruedas están más hundidas de lo normal o de lo permitido en estos casos, etc. El Cdte. Salas manifiesta que en el aterrizaje, el tren se notó algo forzado y que por lo tanto, por razones técnicas no despegaría con pasaje, etc. –Mire-, me dice, toma una varilla y la hunde en la nieve.

A todo esto el pasajero que me trajo en su jeep se había percatado del problema y lo comentaba con el resto de los pasajeros. Al momento de oírle al comandante que no despegaría con pasaje por razones técnicas, le repliqué las razones humanitarias y la necesidad urgente de viajar de algunos pasajeros. Le mencioné el caso de una madre que viaja con niñitas mellizas, una de ellas grave y  que tiene que ser operada en Santiago. También lo de un anciano, etc. -Lo siento-, me dice. – pero no se inquiete, informe a sus pasajeros que despegaré viendo en conciencia las condiciones técnicas del avión, sin carga, para así ver la capacidad posible de operarlo. Daré una vuelta, virando de nuevo a la pista, y ahí veremos qué podemos hacer-.

En honor a la verdad, ¿Qué más se puede agregar? Nada más. ¡Es la palabra del Comandante de la aeronave! Diciendo esto, sin despedirse, el Cdte. Salas aborda la aeronave seguido de su tripulación, para luego iniciar su lento carreteo al cabezal de despegue.

En esos momentos me vi rodeado de todas esas personas que con afligida perplejidad esperaban una razón de esa actitud inexplicable para ellos. Haciendo de tripas corazón, trato acallarlos y hacerme oír, pues el ruido de los motores del DC-3 era muy fuerte, apagando todo el griterío que se habla originado.

Cuando despegó el avión elevándose frente a nosotros, se produjo un silencio en los pasajeros, incrédulos ante la realidad. Se iba el avión. Se alejaban las esperanzas de viajar. Entonces me animé de nuevo para decirles, moderadamente pero con firmeza: – Calma, calma señores pasajeros – , – el avión volverá de inmediato en cuanto el piloto Cdte. Sr. Salas valore la capacidad de carga para un segundo despegue que efectuará con ustedes y sus equipajes. Les ruego esperar conservando la debida calma, pues yo también espero viajar. Mientras tanto conversaré con Don Francisco Peter, a quien estoy reemplazando, para darle las novedades y entregarle el cargo -.

Con un murmullo de fondo, me aparté en compañía del colega Sr. Peter, quien me dice: – ¿Ud. cree que regresará -?  – ¡Por supuesto! – le respondí, -¡Claro!, por las razones que dio el Piloto, sin duda alguna que volverá-

Lo dije con tal convicción que Don Francisco se dio por entendido, recibiendo las novedades del cargo. No habíamos alcanzado a hablar mucho cuando vemos al DC-3 aparecer por nuestra izquierda sobre el lago y virar derechamente a la cancha de aterrizaje. ¡Ah!… tremenda algarabía, todos llenos de alegría. Me es difícil hacer una descripción de esta naturaleza donde afloran sentimientos de admiración, gratitud y respeto hacia la persona que los provoca. Definitivamente, el Cdte. Sr. Rafael Salas Stone, fue galardonado con el aplauso y vítores de una concurrencia de personas muy significativas que sabiendo del honorífico título de “Caballeros del Aire” no dudaron en calificar al Cdte. como uno de los más grandes y caballerosos pilotos de LAN.

Ante tan espontánea aclamación, el Sr. Salas agradeciendo los elogios informó, reiterando las razones técnicas dichas anteriormente, que sólo llevaría la mitad del pasaje, vale decir, 12 pasajeros con sus pertenencias, nada más, no llevaría carga. Pidiendo de inmediato el manifiesto de pasajeros (lista) y de acuerdo a nuestras referencias, se hizo una selección de las personas más necesitadas de viajar, evidentemente la mayoría enfermos. Efectuada rápidamente la operación de embarque, y despedido el Cdte. por el Sr. Peter, ya en servicio de su cargo, el Cdte. se dirige a mi preguntándome – ¿Supongo que Ud. tomará el puesto de tripulante extra que tuvo su colega en el regreso de sus vacaciones-? – Sí, así será Cdte., gracias Sr. Salas – le respondo. Entonces, sin más, arriba todos. Carreteo al cabezal, unos segundos de acelerar y a correr por la pista. Tren (Up)… arriba, despegue perfecto. Aquí vale un elogio para el noble avión DC-3 DOUGLAS, de reconocido prestigio, capacidad y seguridad en sus diferentes fases de transporte de pasajeros, carguero, etc. Sintiéndome realmente un tripulante extra, me acomodé en un primer asiento próximo a la cabina de pilotos, donde también se ubica el gabinete del Radio-operador. Una vez en vuelo mirando por la ventanilla el pueblo de Chile Chico como una despedida más, ahora sobre el lago, me levanto y paso a la cabina de pilotos. Inmediatamente a la derecha veo a mi colega el Radio tripulante Sr. José Ramírez, quien me dice -¡Bienvenido a bordo colega!-.- Me alegro que todo haya resultado bien… ¿Sabe?, usted demostró una gran entereza de ánimo y serenidad en su actuar. Lo felicito-. – Gracias colega –  respondí, agregando, – eso mismo quisiera decirle al Cdte. Sr. Salas, pues cuando hay un buen director-guía todo funciona bien. Gracias de nuevo-.

Continuamos el vuelo en amena conversa imponiéndome de sus labores de radio, sus equipos y todo lo concerniente a la especialidad en vuelo. En suma, este corto vuelo de Chile Chico a Balmaceda como tripulante extra significó, un tanto más a mi caletre y, minutos más tarde, a nuestra vista el aeródromo de Balmaceda con su larga pista y su enorme hospedería, grandioso edificio de madera. Aterrizaje sin novedad. Un día nublado y muy frío.

Al bajar del avión me caló el viento helado al correr al refugio-hospedería. ¡Ah! Que agradable. Que agradable sensación de confortabilidad y de amistad cordial de todos los funcionarios de LAN, tanto los de dotación como los de tránsito en Balmaceda, puesto que este lugar es una base de enlace intermedio de primer orden para las regiones de Puerto Montt, Aysén y Punta Arenas. Ya reconfortado en ánimo y presencia, me informaron de mi inclusión especial en el almuerzo del personal del turno saliente (A.M.) de la mañana. Siendo las 13:30 hrs. encontrándome en la oficina de radio, veo al DC-3 Nº 009 en carreteo al cabezal de despegue. Tres minutos más tarde pasa elevándose y tomando su rumbo a Santiago con el equipaje completo. – ¡Buen viaje Cdte. Salas-!

En esta ocasión, mi anfitrión para el almuerzo fue el colega Radio técnico  Sr. René Soto, quien me da la bienvenida y algunas referencias de mi estada en tránsito en Balmaceda. Después del suculento almuerzo, ya en la sobremesa de muy amena camaradería, Don René me informaba de su interés en convertirse en radio-tripulante y, que ya había presentado la solicitud a la jefatura respectiva.
Valiéndome de esta acción recordatoria, me permitiré hacer una muy grata mención de mérito profesional muy honrosa a este selecto grupo de Radio-tripulantes, verdaderos pioneros de la especialidad de vuelo en LAN: Srs. Alfonso Caviquioli Yerbi, Hernán Vera Osorio, José Calderón Ortega, David Camu Rodriguez, Januario Lazo Vargas, Víctor Salas Valdés, José Salas Gallardo, Marcelino Allende, Juan Rojas, Francisco Palma, Mauricio Zepeda, Carlos Cottin, Juan López Pinilla, Mario Muñoz Toro, Jorge de la Cerda Paredes, Germán Pizarro, Gabriel Jorquera, Orlando Valdebenito, Carlos Pinilla, Don René Soto y Benito Cortez.

Esta grata mención recordatoria se debe a mi intención de dar a conocer la calidad profesional aeronáutica de muchos especialistas que por su capacidad de superación se han hecho merecedores al reconocimiento muy meritorio y quien escribe, con la representatividad de ex – Jefe del Departamento de Radiocomunicaciones de LAN Chile, se permite la responsabilidad muy honrosa de hacerlo ahora en el recuerdo.

Después de esta agradable reunión-almuerzo, el resto de la tarde la dediqué a visitar la mayoría de las dependencias LAN en todo el recinto del aeropuerto, con un resultado muy positivo de la buena disposición de cordialidad funcionaria de todos. En general todo agradable,  menos el tiempo, viento arrachado muy helado y bajando la temperatura. El pronóstico no era favorable. Al parecer, lo del veranito de San Juan, sólo fue un asomo en Chile Chico, que por el privilegio de tener el Lago General Carrera, verdadero generador climático de la zona, goza de este don natural. Digo que el pronóstico no es favorable, sino que empeorando y generalizándose en toda la región austral y, aún más al norte de Puerto Montt. Siendo así, se prolonga la demora del regreso a casa, pero como dice el refrán; “Al mal tiempo, buena cara”. Sigamos esperando que mejoren las condiciones climáticas.

El veranito de San Juan, sí Señor.

Sin embargo, a pesar de nuestros deseos, el tiempo siguió empeorando. Lluvias, agua-nieve, ventisca. Bajando la temperatura a varios grados bajo cero, aumentando la baja mucho más en la noche, haciéndose notoria la falta de calefacción. De tal manera que después de la cena la mayoría de los comensales se retiraran a sus dormitorios donde cada uno, personalmente, contaba con una estufa a parafina. Como siempre, yo en mi forma de ser, de actuar y afrontar los hechos y cosas circunstanciales, para provecho y experiencias futuras, me quedé en compañía de varios funcionarios, adictos al deporte. Y precisamente, en esa noche de tan baja temperatura climática local, en USA se efectuaba un evento mundial boxeril del peso Welter mediano donde el favorito era un púgil de color el cual, efectivamente ganó por knock-out en una acalorada pelea.

Siempre los recuerdos vienen asociados a algún hecho importante pues este hecho deportivo me hace recordar la noche más fría que he soportado con una temperatura de 24 grados bajo cero. Ahí, un pequeño grupito de entusiastas, enardecidos, del animado combate deportivo no sentíamos, o no hacíamos caso del tremendo frío. Así también, en ese alegre y deportivo ambiente, tuve la suerte de compartir con algunos funcionarios LAN, notables amigos, permitiéndome destacar, por el momento, solamente uno de ellos, don Jorge Sorondo Félice, quien integra el cuadro de honor del primer curso de “Control de Vuelo -Despachadores de Aeronaves” efectuado en el Centro de Instrucción de LAN egresando los diez primeros especialistas de esta rama operacional aeronáutica en LAN. Notable grupo y precursores del profesionalismo de la especialidad y por ende el crecimiento y prestigio de la Institución aerocomercial nacional.
Según como se vayan desarrollando los hechos en mis narraciones de las Radiocomunicaciones aeronáuticas LAN, me será muy grato hacer honrosa y meritoria mención a otros distinguidos profesionales de esta especialidad.

Terminado el evento deportivo, pasado las 01:00 aproximadamente, nos retiramos a nuestros cuartos, los que ya estaban equipados con las respectivas estufas. La pieza asignada me correspondió en el 2° piso, esquina, con vista a la pista de aterrizajes, amplio campo sin reparo alguno que sirviera de parapeto al fuerte viento que azotaba las ventanas de ambos frentes-esquinas. Sin pensarlo dos veces, con la experiencia adquirida en Chile Chico, miré a todo lo que pudiera servirme de abrigo. Paralelo a mi cama había un catre vacío… tanto fierro, más frio… También había un ropero y una pequeña mesa-velador y la estufa, por supuesto. Nada más  ¿…? Esperanzado abrí el ropero. Qué alivio, ahí estaba todo lo que necesitaba: dos frazadas y el colchón. ¿Para qué más? Sin embargo, a pesar de toda mi previsión pasé frío, pues la inclemencia del tiempo era superior a todo lo que se podía disponer para paliar tan tremendo frío. Así y todo había que tratar de dormir para reponer las energías y poder enfrentar los imprevistos climáticos. Tipo 07:30 horas me despertaron algunos ruidos y voces que venían del corredor del 2° piso. Eran del personal que hacía el aseo. Perezosamente me levanto a mirar por las ventanas para observar las condiciones del tiempo y el estado del campo aéreo. ¡Ah! Que espectáculo más impresionante a mi vista: nevando copiosamente, sin ventisca, un derrame de plumillas o un desplume de hilachas blancuzcas, que en su enigmática caída sin rebote, pero que, sí lo hacían en mi imaginación que me transportaba a remotos lugares. ¿Las estepas de Siberia? No sé cuánto tiempo estuve en esta irregular situación de absorción. Tal como llegó, se fue. Ahora, el vasto campo aéreo completamente cubierto de nieve, me parecía lúgubre en su muda y monótona recepción de las hilachentas plumillas blanquecinas.

Una vez compuesto en todo, incluso atusado el bigote que lo había dejado crecer hacía poco, en Chile Chico, me dirigí al comedor- cocina donde me serví un contundente y reconfortante desayuno. Después según informes meteorológicos de las condiciones del tiempo: no hay variación para hoy día viernes. ¿Qué hacer? Obviar el acontecer del día. Sólo diré que salí al exterior del edificio, al cobertizo de los instrumentos medidores del tiempo climático para verificar la temperatura reinante: 24 grados bajo cero, sí señor. Era para escarcharse hasta el bigote.

El Veranito de San Juan.

23 de Junio de 1951, día memorable para este esperanzado narrador deseoso del regreso al hogar, quien en este despertar tuvo la inmensa alegría de hacerlo realidad, pues por fin llegaba el tan esperado “Veranito de San Juan”. Efectivamente, el pronóstico de las condiciones del tiempo había mejorado en toda la ruta. Entonces de inmediato después del desayuno, me encaminé a la oficina encargada del despacho y embarque de pasajeros. ¿Sorpresa? No, de ninguna manera, pues ya me habían dicho la situación. La oficina se encontraba repleta de pasajeros en tránsito rezagados, al igual que yo, esperanzados en viajar cuanto antes a sus destinos. Ya a las 08:15 hrs había despegado un DC-3 rumbo a Punta Arenas prosiguiendo el vuelo rezagado y con itinerario de regreso hoy mismo a Santiago con el pasaje completo. Era tal la acumulación de pasajeros en tránsito rezagados en esta base intermedia de LAN en Balmaceda que me parecía difícil tener cupo de viaje para hoy. Ante esta situación de real congestión angustiosa de la mayoría de los pasajeros, no tuve otra cosa que comprender y considerar ciertamente la necesidad prioritaria de viajar de todos ellos. Por lo demás, antes de todo, soy funcionario de LAN, empresa aérea nacional de servicio al público. Un día más, por la causa pública, valía la espera. Incluso, había que cooperar en las labores de las diferentes especialidades de operaciones en beneficio de conocimientos y amistad con los colegas funcionarios, viendo en ellos la deferencia y el interés de ayudarme.

24 de Junio, nuevo día, nuevo amanecer de esperanzas en este veranito de San Juan, un esplendoroso día festivo ¿Domingo? Buen tiempo en toda la ruta. Siendo así y reiterando mi situación de ayer, no tenía cupo para viajar. Aún quedaban muchos pasajeros. Sin embargo, recordando mi caso anterior de tripulante extra en el tramo de Chile Chico -Balmaceda. ¿Habría la posibilidad ahora? ¡Veámosla! Al consultar esa posibilidad con Don Jorge Sorondo, me sugirió enviar un radiograma al Sr. Gerente de Operaciones LAN en Los Cerrillos, Santiago. Así se hizo y 30 minutos después llegaba la respuesta afirmativa del Gerente de Operaciones don Carlos Wulf, autorizando mi viaje como tripulante extra. ¡Qué gran alegría para mí! Aún ahora al recordarlo me produce una placentera gratitud. Eufórico, con el ánimo muy alto, en cuanto llegó la respuesta de Santiago y con el VºBº del Jefe de Despacho de la Base Operacional llevé mi equipaje a la cabina de tripulación del DC-3  Nº0010 próximo a salir rumbo a Santiago. Abordando el DC3, ahí en la cabina de la tripulación encontré al Radio Tripulante don David Camu R. otro grande de las radiocomunicaciones de muy recordada estimación por sus méritos personales y profesionales, quien en esos momentos operaba en prueba de sus equipos de radio. Después de tener una breve conversación con él, me regresé al edificio LAN para agradecer y despedirme de todos los colegas funcionarios que tuve en suerte de participar en vivencias laborales mientras estuve de tránsito en Balmaceda.

Asegurado mi regreso, ya despegado y en pleno vuelo el DC- 3 Nº 0010 con el buen tiempo, gracias al veranito de San Juan, me permitiré obviar los pormenores del vuelo, pues mi mente está prendida, fija en mi hogar, en mis seres queridos que esperan mi regreso después de larga ausencia de cuatro meses. Entonces que valga la reiteración de permitirme esta expresión de razonable consideración sentimental, gracias.

El arribo a Santiago, Los Cerrillos, al atardecer del 24 de Junio de 1951, lindo día. Como de costumbre las tripulaciones de LAN cuentan con vehículos, entonces camionetas, que los llevan a sus domicilios. También ahora, en mi calidad de tripulante extra, estuve considerado en esta franquicia funcionaria.”

Categories: Crónicas

0 Comments

Agregar un comentario

Avatar placeholder

Su dirección de correo no se hará público. Los campos requeridos están marcados *