(1905-1979)
PARTE II

 

“LA CAIDA DEL GENERAL IBAÑEZ

A la caída del gobierno de Carlos Ibáñez en 1931 fui trasladado desde Iquique a Santiago y se sucedieron, como es natural, una serie de movimientos en los altos mandos de la Fuerza Aérea que tenía como autoridad máxima al Subsecretario de Aviación. Caído el gobierno de Ibáñez, se procedió a relevar de su cargo al Comandante Arturo Merino Benítez, que se encontraba a la fecha en Inglaterra atendiendo una invitación del gobierno de ese país. Asumió la Jefatura de la Fuerza Aérea el Comandante Ramón Vergara Montero, quien me hizo llamar a Santiago, encontrándome en Iquique, para asumir la ayudantía de la Comandancia en Jefe. Por razones de lealtad al Comandante Benítez, expuse mi deseo de no asumir ese cargo, no obstante que mi cumplimiento profesional podía estar garantizado. Efectivamente no fui designado para el cargo, en cambio, se me solicitó que aceptara el cargo de ayudante del Estado Mayor de la Fuerza Aérea a cargo del Comandante Manuel Tovarías, cargo que asumí a fines de Julio de 1931.

Sin embargo, la situación del país seguía siendo confusa. Se crearon rivalidades, se lanzaron acusaciones y cargos contra quienes habían estado al mando de la Fuerza Aérea en el gobierno anterior, desembocando esta atmósfera en una abierta querella entre Arturo Merino y el nuevo Comandante en Jefe de la Aviación Ramón Vergara Montero, llegando Merino a retar a duelo a Vergara.

Gobernaba en el país, para esta fecha don Juan Esteban Montero, que tenía fuerte oposición entre algunos elementos uniformados. Muchos se unieron para derrocarlo, se me llamó para unirme a estos sectores. Pese a que no acepté tal petición, igual fui detenido y llevado al regimiento Maturana, donde como único cargo se me hizo una anotación en la hoja de vida.

En los días previos a la caída de Juan Esteban Montero debí viajar de Arica a Santiago en un avión LAN. El piloto del avión LAN, Vicente Montero se enfermó debiendo tomar su cargo en el avión. En Antofagasta cargaron el avión con municiones para ametralladoras que debía descargar en Santiago. Nadie me advirtió del exceso de peso para un avión monomotor, debiendo desviarme de mi ruta hacia la codillera debido al mal tiempo y la poca potencia del avión. Desgraciadamente me falló el motor, debiendo realizar un aterrizaje de emergencia en u cerro de arena, para felicidad de la tripulación con todo éxito. Estuvimos tres días perdidos. El mecánico del avión, desesperado, empezó a caminar hacia el norte encontrándose con unos arrieros bolivianos que venían a Chile, a quienes pidió auxilio. Los bolivianos llevaron al mecánico a la oficina salitrera Bonasorte. Inmediatamente se organizó una patrulla para el rescate. En un camión llegaron hasta el sitio del accidente. Recuerdo como se bajó una señora para ofrecerme un café con un coñac muy fuerte. Luego me condujeron hasta la oficina Bonasorte. Llevaba a todo esto cuatro días sin comer, debiendo toar todas las precauciones aconsejables para no dañarme el estómago. En dos días ya estaba totalmente recuperado pudiendo dar cuenta telefónica a la base de Antofagasta desde donde enviaron todos los elementos necesarios para reparar el avión caído. Luego de alivianar el avión, dejando en tierra el máximo de peso posible, pudimos despegar y dirigirnos a Antofagasta. Al día siguiente esta vez acompañado del Teniente Felipe Latorre logramos llegar al aeropuerto de Los Cerrillos.

A pocos días de haber arribado a Cerrillos se produjo la sublevación de la Amada. Esta vez siendo ya civil (¿?) se me envió como observador al puerto de Coquimbo. Debí conversar con los tripulantes de los barcos que habían anclado en Coquimbo, para conocer sus reales intenciones. Lo cierto es que entre la marinería había gran desconcierto, debido a las confusas informaciones que tenían de la conducta de algunos regimientos. A todo esto, el desorden de quienes manejaban la sublevación se hizo evidente. El gobierno aprovechó la aviación para someter a los amotinados. La mayoría de los oficiales fueron tomados presos y quedaron detenidos en sus camarotes. El gobierno ordenó bombardear los barcos surtos en Coquimbo. La aviación se concentró en el aeropuerto de Ovalle al mando del Comandante Ramón Vergara Montero. Me correspondió pilotear un avión Curtiss Falcon (¿?). Este bombardeo cambió totalmente la situación. La marinería cayó en total desmoralización. No pudieron usar con éxito sus cañones ni baterías antiaéreas. Debieron aceptar el sometimiento y rendirse.

Se ordenó instruir sumario para establecer las responsabilidades de los cabecillas.

Debía regresar a Iquique después de estos hechos y hacer entrega de mi puesto al reemplazante de la ayudantía del Grupo Nº 1 Los Cóndores de Iquique y en vista de que no fui designado espontáneamente como ayudante de la Fuerza Aérea, cargo para el cual se me había llamado, acepté la ayudantía del Estado Mayor de la Fuerza Aérea cuyo jefe era el Comandante Manuel Trovarías Arroyo. El cargo lo servía hasta que por intrigas de algunos oficiales se me detuvo y se me envió en “misión especial” al buque Almirante Latorre como instructor de lanzamiento de aviones en catapulta. Esta misión duró poco pues hicieron aparecer antecedentes falsos vinculándome a una conspiración contra el gobierno… Fui detenido y enviado al Regimiento Maturana donde permanecí 45 días. Recobré mi libertad después que el fiscal Avendaño de Carabineros me absolviera de toda culpa, siendo designado en esas circunstancias jefe del aeropuerto de Arica por disposición expresa de don Marmaduque Grove Vallejos quien había reemplazado a Ramón Vergara. En Arica permanecí hasta la caída del gobierno que por ese entonces presidía don Juan Esteban Montero. Naturalmente a la caída del gobierno se produjeron varios movimientos en la oficialidad del Ejército, entre otros hechos el Comandante Merino Benítez recobró el mando de la Fuerza Aérea, entregándome a mí el mando de la escuadrilla de instrucción con el lógico traslado a Santiago. Desempeñé este cargo por más de un año terminando con la remoción del Comandante Merino, debiendo ser movilizados a la zona norte en franca rebelión contra el gobierno encabezado por el Coronel Pedro Lagos.

La Fuerza Aérea debió detenerse en Ovalle para no ser copada por algunos elementos y unidades del Ejército que habían sido puestos en alerta en contra de la Fuerza Aérea. Esta rebelión terminó no solo en un fracaso sino en el apresamiento de todos los oficiales que dirigieron el amotinamiento, siendo detenidos en Ovalle, en donde fuimos copados y tomados por sorpresa por el regimiento Arica de La Serena más la guarnición de Carabineros de Coquimbo y La Serena. Lo paradojal es que justo a un año en que la Fuerza Aérea lograba la rendición de la escuadra en Coquimbo, ahora en sus cercanías era cercada y tomados prisioneros sus efectivos, pues la Fuerza Aérea en tierra es presa fácil de elementos enemigos. El General don Aníbal Godoy empezó a instruir el sumario en el mes de septiembre. Todos fuimos suspendidos de nuestros cargos. Al final no fuimos sancionados con la excepción del General Merino Benítez que asumió toda la responsabilidad. Por esa misma fecha se alzó contra el gobierno el General Bignola con un grupo de oficiales de Antofagasta. Yo negué mi adhesión a este hecho por considerarlo fracasado, como en realidad sucedió…

A la caída de Juan Esteban Montero asumió el poder un gobierno socialista encabezado por Marmaduque Grove, quien en un acto de reparación al daño que me habían hecho me envió como Jefe del Aeropuerto de Arica. A todo esto, ya había sido llamado o mejor dicho reincorporado a la Fuerza Aérea el Comandante Arturo Marino Benítez, quien inmediatamente me hizo llamar a Arica para que asumiera el cargo de Jefe de Escuadrilla de Aplicación de la Escuela de Aviación.

Los gobiernos se sucedían con mucha rapidez. Ya en esa fecha gobernaba Carlos Dávila como Presidente Provisional de quien era muy amigo. El gobierno de Dávila duró 100 días. Tiempo suficiente para que separaran a muchos altos oficiales, entre ellos nuevamente a Arturo Merino Benítez y junto a él a todos los que nos habíamos identificado con Merino…

Otro gobierno, esta vez asumió el poder el General Bartolomé Blanche, quien estuvo en el poder por algunas semanas. Como el país no tenía gobiernos estables se llamó a elecciones siendo elegido Arturo Alessandri Palma, iniciándose un nuevo remezón no sólo en las Fuerzas Armadas, sino que en algunos sectores civiles. Yo fui a parar con mi humanidad relegado a Puerto Aysén, donde permanecí seis meses que duraron las Facultades Extraordinarias concedidas al gobierno de Alessandri

SUBLEVACION DE LA ARMADA

Después de apresar a los Oficiales en sus camarotes – en la medianoche del 31 de Agosto 1931 – dieron o conocer su determinación a las tripulaciones de los restantes buques de la Escuadra surta en Coquimbo, Talcahuano y, también, a las unidades novales de Valparaíso y Base Aérea de Quintero.

El Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea, Teniente Coronel don Ramón Vergara Montero dispuso las medidas de abastecimiento de combustible, ordenó la movilización de los Grupos Nºs. 1 y 3, la Escuadrilla de Bombardeo, el Grupo N” 2 y la Escuadrilla de Anfibios, el envío de material bélico (armamento, bombas y munición) por ferrocarril y en avión a Ovalle;

Sin embargo, ante el fracaso de las conversaciones, el Vicepresidente Manuel Trucco hizo uso de sus facultades como Generalísimo de las Fuerzas de Tierra, Mar y Aire, ordenando el ataque de la Escuadra insurrecta por aviones de la Fuerza Aérea Nacional

A cargo de las tres fuerzas fue designado el Ministro de Guerra General Carlos Vergara Montero, quien colocó al frente de la aviación a su hermano, el Subsecretario Teniente Coronel Ramón Vergara

A pesar de este cuidado no ofrecían garantías, por el desuso y el tiempo transcurrido desde su adquisición en 1925, cuando el Coronel Marmaduque Grove dio un impulso importante a la aviación militar luego del golpe de Estado de Enero de ese año-

Correspondió a este último, conjuntamente con el Comandante de Escuadrilla Diego Aracena Aguilar, en su calidad de Jefe del Estado Mayor, asumir la delicada tarea de organizar la primera acción de guerra que iba a afrontar la Fuerza Aérea con sus escasos medios en armamento, munición y bombas.

El grueso de la formación se concentró en Ovalle el domingo 06 de Septiembre 1931 en la mañana, con elementos de la Escuela de Aviación, la Escuadrilla de Bombardeo, el Grupo Nº 1 y el Grupo Nº 3

Mientras los pilotos redactaban sus correspondientes informes – con los resultados y experiencias obtenidas, otras tripulaciones comenzaron a preparar un nuevo ataque para el amanecer del día siguiente reemplazando los Junker por un trimotor Ford de Línea Aérea Nacional, al cual le adaptó una mira Goertz en el compartimiento del baño y se abrió un hoyo en el centro del fuselaje para arrojar las bombas.

Ovalle 1 de Septiembre a las 02:00 horas. Buques sometidos autoridad Gobierno, empezarán entrar Valparaíso Martes I desde las 0B:00 A.M. con tres horas de diferencia

Finalizadas estas actividades que terminaron con la rendición de la Escuadra, producto del bombardeo de la Fuerza Aérea. Los barcos de la Armada debieron, por orden superior, regresar a sus respectivas bases, dejando en libertad a los oficiales que estaban detenidos en sus respectivos barcos, asumiendo nuevamente los cargos que tenían antes de la sublevación.

Con un ambiente más tranquilo después de la rendición de la Escuadra, los oficiales de la Fuerza Aérea debieron regresar a sus bases, debiendo seguir en mi cargo de ayudante de Estado Mayor de la Fach. Un oficial Guillermo López me enredó en una de sus tantas intrigas. Un oficial de Carabineros debió instruir el sumario, siendo detenido preventivamente en el regimiento Maturana. Mientras tanto mi vida en la Fach se hacía muy desagradable, toda vez que los rumores de conspiración aparecían todos los días y cada oficial estaba expuesto a ser involucrado, lo que significó ser molestado a menudo. A la caída del gobierno del General Carlos Ibáñez el país vivió un clima desconcertante, tanto en el Ejército como en la aviación. Por desgracia se me vinculó a varias conspiraciones, siendo calificado como elemento rebelde, presumiéndose que aun yo permanecía leal al General Ibáñez. La superioridad de la Fuerza Aérea no ocultaba su desconfianza hacia mi persona siendo objeto de un trato que no correspondía a la realidad de los hechos. Fui detenido en 1932, lo que me obligo a renunciar a la Fach. No obstante, la hostilidad hacia mi persona continuaba, siguiéndose un sumario en donde nada se probó en contra de mi vida profesional. Sin embargo, de me envió relegado por seis meses a la ciudad de Aysén. Naturalmente esta actitud no doblego mi rebeldía. Por el contrario, en esos seis meses no solo conocí esa zona, sus habitantes. Todo ello sucedía durante el gobierno de don Arturo Alessandri, que me mantuvo relegado todo el tiempo que duraron las facultades extraordinarias de que estaba premunido.

Todo esto me llevo a dejar la Fach en 1933 para dedicarme a labores particulares.

LA INVITACION DEL GOBIERNO DE BOLIVIA

“Estaba en mis labores particulares cuando recibí una invitación del Embajador de Bolivia en Chile para que me trasladara a ese país y asesorar al Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea boliviana, cargo que terminé aceptando para no verme envuelto en las diarias intrigas que se seguían tejiendo en Chile. Bolivia a esa fecha estaba en guerra con Paraguay, la conocida guerra del Chaco.

En mi contrato se me obligaba a una asesoría técnica para la aviación de Bolivia. La Fuerza Aérea Boliviana me trato como beligerante dándome un trato preferencial siendo distinguido con el nombramiento de Director de la Escuela de Aviación en campaña, cargo que estuve hasta poner término a mi misión, habiendo sido tratado en todo momento con especiales méritos por las autoridades de ese país, entre ellos el Coronel don David Toro quien era el Jefe del Estado Mayor boliviano y sería más tarde Presidente de ese país. Al mismo tiempo mantuve estrecha amistad con el Coronel Moscoso, Ministro de Defensa de Bolivia y los hermanos González Quint, el Coronel de la guerra europea, Santalla. Especial recuerdo guardo del Coronel Bernardino Bilbao quien se había recibido de piloto en Chile, con una trayectoria militar honrosa. Finalizada la guerra del Chaco me correspondió presentar una revista de aviación en campaña, siendo felicitado por el gobierno boliviano.

Llegando a Bolivia pude empezar una amistad con el General David Toro y un grupo de altos oficiales del Estado Mayor boliviano entre ellos el Coronel Bernardino Bilbao quien había estado en la Escuela de Aviación de Chile. Pude si entrar en estrecho contacto con el Jefe de la Fuerza Aérea boliviana Coronel don Jorge Gordan quien recomendó mi designación como Director de la Escuela de Aviación boliviana. Junto a ello me entregaron atribuciones especiales para organizar este tipo de servicios. En función de tales atribuciones procedí a trasladar la Escuela de Aviación desde la ciudad de Villamontes a un campo más adecuado en la zona de Camiri donde se construyeron las instalaciones necesarias.

Todo esto se desarrollaba en plena guerra con Paraguay. A fines de 1935 cuando la guerra estaba por terminar presenté una revista con los logros alcanzados con los oficiales que aprendieron a volar en esta recién creada Escuela de aviación boliviana, recibiendo la aprobación unánime de la alta oficialidad de ese país.

En el mes de julio de 1935 se firmó el cese del fuego entre Bolivia y Paraguay, razón que me movió a desmantelar esta Escuela de Aviación en campaña. Durante las revistas que se presentaban, un grupo de distinguidas damas de Sucre le obsequiaron a la Escuela su estandarte, siendo bautizada como Escuela de Aviación Teniente Montaño, oficial boliviano que murió en un combate aéreo. Terminada estas actividades pude trasladarme a Chile por corto tiempo.

Me mantuve dirigiendo las actividades de la Escuela hasta meses después del término de la guerra en 1935. Por mis actuaciones el gobierno boliviano me confirió la condecoración Cóndor de Los Andes, joya que aún conservo. También recibí la condecoración Cruz de Bronce al Mérito Militar.

Terminado mi contrato, fui requerido por el Alto mando del ejército, para desempeñarme como Director de la Escuela de Aviación durante tres años. Dado el estado en que quedó el país después de la guerra, las condiciones no eran propicias para reorganizar esta Escuela de Aviación, ya que debían reemplazarse el equipo destruido durante la guerra.

La carencia de fondos por un lado y los sucesivos cambios en el gobierno de un país que venía saliendo de un conflicto tan grave, no era la más oportuna para planificar una modernización de sus elementos, de por sí costosos de acuerdo a la naturaleza de esos tiempos. Estas razones influyeron mucho en mi ánimo y no obstante el trato generoso que seguí recibiendo de las autoridades militares, me decidieron na pensar en la posibilidad de mi renuncia, pues, aunque muy reconocida mi actuación durante la campaña y las condecoraciones recibidas, pensé que todo ello se podía olvidar por la inoperancia a que me vería sometido por la falta de recursos materiales que se presentaban en ese tiempo.

Fue así de común acuerdo con el Ministerio de Guerra de Bolivia don Oscar Moscoso decidimos declarar por algún tiempo en receso la Escuela de Aviación, siendo autorizado para hacer uso de un descanso hasta recuperar la normalidad que nos permitiera cooperar con mayores ventajas. Lo que no se produjo dadas las condiciones económicas del país después de la guerra.

LAN

Después de un arreglo definitivo con Bolivia me vine a Chile aceptando un cargo de Jefe de Pilotos y tripulaciones en Lan, labores en que estuve desde 1936 hasta fines de 1937en que fui promovido como Jefe de los servicios de Mantenimiento de Lan, denominados en esa época, Maestranza de Lan. Durante ese periodo se produjo la elección para un periodo presidencial de Pedro Aguirre Cerda. Guardo agradecidos recuerdos de don Arturo, pues durante su gobierno se despejaron una serie de enredos y calumnias que me yacían aparecer como un conspirador contra el gobierno. Gracias a la mediación de don Waldo Palma director de Investigaciones, llegué a disfrutar de la confianza del Presidente Arturo Alessandri. Sin embargo, la proximidad de las elecciones en que fue elegido don Pedro Aguirre, me crearon serias dificultades pues algunos elementos adversos a mi suerte me hacían aparecer siempre en actitud contraria al gobierno de don Arturo Alessandri.

De común acuerdo con don Waldo Palma y para poner fin a esta seguidilla y para poner fin a esta seguidilla de cuentos, convinimos en una deportación amistosa que coincidió con la fecha en que conocí a la que sería con el tiempo mi esposa y aprovechando un viaje que ella hacía a Uruguay. Yo tenía libertad para elegir país para mi deportación. Aproveché las circunstancias y me trasladé a Montevideo en su compañía y algunos de sus familiares que viajaban a Montevideo. Su compañía apresuró nuestro mutuo consentimiento quedando comprometidos en matrimonio para diciembre de 1938.Lo que al fin sucedió el 18 de ese mes en Santiago,

Saliendo elegido don Pedro Aguirre Cerda yo ya había ingresado al partido radical y algunos elementos que conocían mi capacidad profesional aconsejaron al Presidente Pedro Aguirre Cerda mi designación como Director Gerente de Lan, cargo que empecé a desempeñar en Marzo de 1939. Desgraciadamente la prematura muerte de don Pedro Aguirre Cerda, me volvió a crear problemas por las ambiciones despertadas por algunos permanentes aspirantes al cargo de Jefe de Lan.

No obstante haber tenido la suerte de conocer a don Jerónimo Méndez designado Presidente del Consejo de Lan, posteriormente a la muerte de don Pedro Aguirre Cerda quedó como Vicepresidente de la República, dejando la Presidencia de Lan. Por este hombre guardo un grato y emocionado recuerdo pues siempre recibí atenciones y fue un escudo donde se estrellaron todos los ambiciosos que conspiraron en mi contra. Le correspondió presidir las elecciones presidenciales donde como es natural se ventilan ambiciones y apetitos que se desatan en forma incontenible para obtener puestos.

En estas elecciones presidenciales aspiraron Juan Antonio Ríos y don Carlos Ibáñez del Campo. Era amigo personal de Juan Antonio Ríos sin embargo muchos se esmeraron por hacerme aparecer como “ibañista” con el propósito de hacerme perder a confianza del gobierno de Juan Antonio.

Por la misma fecha fui elegido presidente del Club Aéreo de Chile en contra de don Jorge Beeche que, para hilaridad de muchos, obtuvo un voto. Por esa misma fecha se legisló para modernizar la administración del país, creándose las funciones de cada institución fiscal o semifiscal, creándose el cargo de Vicepresidente ejecutivo, siendo estos los jefes máximos de esas instituciones.

Nuevamente debí sortear otro problema. Don Jorge Beeche, piloto civil a quien había derrotado en las elecciones del Club Aéreo, este estaba casado con doña Blanca Luz Brum escritora y poetisa, quien había trabajado duramente a favor de don Juan Antonio Ríos, quien le solicitó la designación de du marido como Vicepresidente ejecutivo de Lan. Esto creó un problema al Presidente de la República, quien era mi amigo y reconocía mi capacidad profesional, se vio en la necesidad de satisfacer resta exigencia de doña Blanca Luz, me pidió el Presidente que aceptara quedarme en Lan como Gerente General, pero manteniendo al señor Beeche como VP ejecutivo. Como es lógico suponer no podía aceptar una situación semejante, por mi prestigio y orgullo personal me lo impedían ya que el señor Beeche no tenía otros antecedentes que ser piloto civil y la administración de una empresa de transporte aéreo nacional.

Por estas razones me negué a compartir responsabilidades con el señor Beeche. Así dejé de concurrir a la institución y no renuncié oficialmente para no perder la opción a una indemnización legal a la que tenía derecho. Como resultado de estos cambios no se hicieron esperar, empezaron a caerse en una cadena interminable los aviones de Lan. El señor Beecehe cometió la insensatez de acondicionar aviones que yo había enviado al desguace por inservibles. Uno de estos aviones cayó en Coquimbo muriendo todos sus pasajeros. Otro se desintegro a la atura de Vallenar por falla manifiesta de material. Ambos aviones pertenecían a la marca Potez francés. La autoridad aeronáutica le instruyo un sumario y le comprobaron su incompetencia y su imprudencia temeraria. La justicia ordinaria se hizo parte de este problema llevando al señor Beeche a la cárcel. El estado de destrucción y de desorganización llevo a las autoridades a designar a un General en servicio activo para dirigir la empresa recayendo el nombramiento en el General en retiro Rafael Sáenz, a quien le correspondió entregarme el mando de Lan por segunda vez en mi vida en el mes de Noviembre de 1946

*

A mi regreso a Chile, a fines de 1937, se me designo como Jefe Instructor en LAN. Después pase a desempeñarme como Director Gerente. No existían en esa época los cargos de Vicepresidente. Se crearon posteriormente en el gobierno de don Juan Antonio Ríos. Al asumir Juan Antonio Ríos, este por compromisos políticos, designó en el cargo de instructor a don Jorge Beeche, dejándome sólo como Gerente General de la empresa a las órdenes del Sr. Beeche, lo que naturalmente rechacé, por no aceptar una jefatura en una persona sin competencia profesional, hechos que puse en conocimiento del Presidente Ríos.

Durante mi alejamiento de Lan por las dificultades ya conocidas, me dediqué a actividades privadas especialmente en la agricultura. Por esa misma fecha había renunciado al cargo de Presidente del Club Aéreo de Chile. En estas funciones ya aprovechando el generoso ofrecimiento de mi amigo Humberto Cisterna, quien me entregó para su explotación una parte de su fundo en Isla de Maipo. Pese a que no tenía ninguna experiencia en este tipo de actividades, pude salir adelante, al diversificar las plantaciones, alcanzando relativo éxito, con lo que logré superar el hecho de tantas injusticias que debía vivir en Lan.

Estando en estas faenas el VP de la república don Alfredo Duhalde, quien reemplazaba por enfermedad a don Juan Antonio Ríos, además en función del problema de salud del titular don Juan Antonio Ríos aparecía como el futuro postulante son Alfredo Duhalde Vásquez.  Estos mismos hechos hizo aparecer a una serie de candidatos en potencia para una elección presidencial que se venía venir. El país empezó a vivir un clima de actividad electoral, pese a que aún estaba con vida don Juan Antonio Ríos. Todos los movimientos n Chile giraban alrededor de posibles candidaturas.

En la provincia de Linares había resistencia a la candidatura de don Alfredo Duhalde encabezada por el intendente de esa época año 1946, señor Vilas. En tales circunstancias don Alfredo Duhalde estimó oportuno enviarme como intendente a Linares para debilitar esta supuesta oposición a su candidatura. El ex intendente era oriundo de Linares y los sectores más representativos no vieron con agrado mi designación. En verdad tuve suerte, pues desde mi instalación en el cargo empecé a despertar confianza en muchos sectores, siendo ayudado por don Carlos del Campo Rivera, un prestigioso agricultor de Linares y con mucho ascendiente en todos los sectores. Además, el hecho que Carlos del campo fuera piloto civil, lo acercó más a mi persona. Por otro lado, el Comandante de la Escuela de Artillería don Guillermo López Larraín salió en mi ayuda y me permitió establecer los contactos necesarios con grupos de personas y organizaciones de la zona, que pronto se transformaron en mis colaboradores. Así fui logrando apoyo de hombres públicos como el Director del Hospital Dr. Manuel Rebolledo, el agricultor don Luis Palma, don Raúl Bravo distinguido profesional etc. El propio alcalde de Linares que estando en una posición política diferente a la mía se convirtió en leal amigo, don José Miguel Alcérreca quien me ofreció hospedaje en su casa del fundo “El Almendro” en las cercanías de Linares. En estas condiciones me fue relativamente fácil desempeñarme y lo conseguí con la aceptación de la población de Linares.

Por razones inherentes a mi cargo de intendente me correspondió presidir en 1946 las elecciones presidenciales en las que fue elegido mi amigo Gabriel González Videla, siendo Linares una de las provincias en que se desarrollaron las elecciones en mejor orden-.

En el mes de noviembre de 1946 asumió como Presidente don Gabriel González Videla siendo designado muy pronto VP de Lan por el nuevo Presidente de la República. Este cargo me obligó a renunciar como Intendente de Linares. A fines de Noviembre de 1946 asumí ms funciones como VP de Lan Chile.

Categories: Crónicas

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