El rincón de Max the Knife

La ágil pluma de nuestro asociado CDA. Max Astorga se sigue deslizando  incansable sobre impolutas páginas que se va llenando con el producto de su fértil imaginación. Son narraciones “de aviadores que dejaron estelas históricas, de la vida de hombres y mujeres… recuerdos y memorias tan valóricas en la que existieron, alegría y dolores de sus vidas pintadas… en colores”.

Gracias a su generosa colaboración con la Asociación de Pilotos en Retiro de LAN – poniendo a su disposición la publicación de sus escritos-, este rincón de “Max the Knife” será seguramente un rincón de lectura preferido de nuestros lectores.

EL RINCON DE MAX THE KNIFE

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Julio Matthei · Septiembre 24, 2021 at 6:54 pm

COMENTARIO DE CLAUDIO PALMA A “LAS AGUILAS PIRATAS” (15.09.2021)

Cada uno de los participantes del secuestro del Caravelle N° 503 CC-CCQ el 6 de febrero de 1970 tuvo su propia vivencia de carácter límite. Dentro del completo informe y relato de Max Astorga (Capitán), Claudio Palma (1er Oficial) ha querido complementarlo con su propia y extrema vivencia. Es una evocación de los momentos dramáticos que le tocó vivir (están separados por líneas continuas los párrafos que describen distintas situaciones):
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“Informo por radio
Parte de lo que informé por radio respecto de la situación:
-Al describir el armamento de los asaltantes, me referí a que eran revólveres, calibre aprox. 38, me parece que no mencioné posible marca y aquí viene lo más importante:
-Pensando en que dadas las escalas que tendríamos que hacer en las cuales las autoridades locales pudiesen tratar de interrumpir el rapto, estimulados tal vez por el Éxito de la intervención de la tripulación del Comandante Medina, hice notar lo siguiente:
-Estos revólveres parece que sí disparan (se había comentado que los de ese rapto, no) y también recalqué y repetí – ¡¡ Además estos son de martillo escondido!!
¿Por qué era tan importante esto?
Porque, si se quiere intentar que no disparen impidiendo el desplazamiento del martillo, no se puede hacer en éstos porque el percutor está cubierto, como en una pistola. La aguja que golpea el fulminante de la bala para que encienda su carga se mueve dentro de su caja, está protegida en todo su recorrido, hacia atrás y hacia adelante.
Cuando hice el curso de detective en la Escuela Técnica de Investigaciones, nos habían enseñado una llave para tratar de desarmar a alguien al frente y próximo a uno, en una situación desesperada. Al bajar la mano para tomar el revólver, se debía poner el dedo meñique, entre el martillo y el culote de la bala cuando este se desplazara hacia atrás antes que volviera para golpear el culote de la bala. Así, aunque apretaran el gatillo, ese dedo impediría que la bala fuese percutada.
Seguramente hay otras formas, como tratar de que la nuez no gire, o que el martillo no retroceda (tampoco sirve en este caso, está con martillo escondido) pero hay que tener la fuerza que tenía Leonidas Medina para tener éxito.
Yo conocía solamente la primera que mencioné.
Esperaba que esta información llegara a las personas que entendieran de armas para que supieran que al menos, esta forma de intentar desarmar a los asaltantes no sería recomendable. Por si es que a pesar de todas las instrucciones conocidas para no arriesgar vidas, alguien pretendiera reducir a los asaltantes.
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Se inicia la acción contra el raptor en el cockpit.
Estamos en el aeropuerto, reabasteciéndonos. Estoy sólo con un asaltante en el cockpit, nadie más. Estamos frente a frente, separados por no más de unos 50 cm., tiene el revólver en su mano, el dedo en el gatillo, no deja de apuntarme, yo soy su único rehén en el cockpit, está tranquilo.
Entra un mecánico, permanece de pie al costado izquierdo del asaltante mientras me informa de que la balsa ya está abordo. De pronto se abalanza sobre el asaltante tomándole la mano que sostenía el revólver. Mi sorpresa es total, no esperaba una acción así dadas las instrucciones que impartían, para estos casos, la empresa y las asociaciones de pilotos tanto nacionales como internacionales y que estaban en conocimiento de las autoridades, nacionales e internacionales: ¡¡Seguridad!! ¡¡No poner en riesgo la vida de nadie!!
Además: ¡Yo había informado que eran revólveres de martillo escondido!
Sabía que el asaltante podía apretar el gatillo de todas maneras aunque le tomaran la mano con el revólver y… ¡Yo estaba justo delante! ¡¡Ahora era mi vida la que estaba en peligro!! Me levanto del asiento moviendo mi cuerpo hacia el pasillo mientras pienso ¿Qué estará pasando con el otro asaltante?
Esta acción del mecánico tendría que estar coordinada y ser simultánea para reducir a los dos asaltantes al mismo tiempo, antes de que tengan tiempo de comenzar a disparar. ¿Y los otros raptores escondidos entre los pasajeros? Miro por el pasillo hacia el que está frente al galley, no hay nadie cerca y ningún signo de que lo fuesen a atacar. Me doy cuente de la situación: Es un ataque suicida muy valiente pero con riesgo de la vida del atacante, la mía y quizás de cuantos más. Yo puedo ser el primero en recibir las balas del que está en el cockpit y que deberían salir, o las del otro asaltante cuando se dé cuenta de lo que estaba pasando.
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Frente al segundo raptor
Ahora ya ha visto que me levanté de mi asiento, debo evitar de alertarlo de la situación en el cockpit, porque si no comenzará a dispararme a mí y luego al mecánico. Me dirijo hacia él aparentando tranquilidad, me encañona y me dice:-¡Que pasa!-
Me detengo un instante frente a él, estamos separados por unos pocos centímetros… Lo miro a los ojos, noto indecisión, duda de si debe disparar ya. Seguramente está confuso al verme a mí, tranquilo, frente a él. No entiende por qué razón ya que no percibe nada extraño aún desde el cockpit… Veo como busca el centro de mi pecho con la punta de su revólver. Su atención está concentrada en mí. Tengo miedo, las probabilidades de ser herido o muerto son muy altas pero no debo demostrarlo. Me doy cuenta que me puede disparar en cualquier momento y que a esa distancia no fallará. Cualquier intento de desarmarlo sería apresurar el fatal desenlace.
No hay ningún signo de que haya un ataque en curso o en preparación en contra de los raptores. Seguramente deben haber tiradores escogidos apuntándolo a él y hacia los pasajeros, desde distintos puntos, por si se activan los otros asaltantes. Probablemente no disparan aún porque yo estoy interfiriendo y temen herirme a mí, no puede ser que el mecánico haya actuado solo por su cuenta. Debo apartarme. Sonrío y le digo: -Tranquilo, no pasa nada, voy al baño y vuelvo-. No esperé respuesta, seguí caminando normalmente por el pasillo, sabía que me apuntaba y que seguía pensando en disparar. Debería actuar muy rápido cuando se escuchara el primer disparo o grito del asaltante del cockpit. Yo sería el primer blanco al que le dispararía.
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Se inician los disparos
Al escuchar el grito del asaltante del cockpit, inmediatamente me lanzo entre la tercera o cuarta corrida de asientos. Casi simultáneamente comienzan los disparos. Conté seis, había que actuar rápido nuevamente, los posibles explosivos era la gran amenaza siguiente. Si los disparos habían sido hechos por el raptor, era el momento apropiado. Si no había sido él quien hizo todos los disparos, seguramente ya estaría abatido. Me incorporo pero se sigue escuchando una gran cantidad de disparos. Me refugio nuevamente, no sé de dónde vienen los disparos, posiblemente estoy en el medio de la balacera. ¿Se habrán activado los otros raptores que estaban entre los pasajeros? Decido no moverme hasta que todo esté tranquilo.
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No hay más disparos
No hay más ruidos. Me levanto con cuidado, avanzo por el pasillo, siento un gemido, llego al galley y encuentro en el suelo a Scarlet Burgos. Está consciente, tiene los ojos cerrados, muy pálida. Se queja, dice que le duele que le duele mucho, que siente frío. Su chaquetilla tiene una mancha de sangre como de 2 cms de diámetro en la parte inferior, lado derecho, sobre el estómago. Le abro la chaquetilla y veo su blusa con mucha sangre. Es grave, necesita atención urgente. Me levanto y cruzo el pasillo hacia la puerta, me asomo y grito pidiendo una ambulancia.
Cuando me dirigía hacia la puerta, al cruzar el pasillo pude ver que en el cockpit se estaba incorporando el asaltante, está solo. No sé si tendrá algún otro armamento o si podría detonar explosivos, así es que me dirijo al cockpit rápidamente. Ya está de pie, su rostro no sé si indica furia o miedo. Lo arrojo al suelo, lo tiendo de espaldas en el piso, cruzo sus brazos sobre su pecho, le pongo una rodilla en el estómago y le hablo: No hagas nada, no intentes nada, ya pasó todo. – Quédate tranquilo- le repito y agrego otras palabras, varias veces, tendientes a tranquilizarlo por si aún pretende hacer algo. No opone resistencia. Pasan hartos minutos, parecían eternos, su mirada era indescifrable, yo tenía que estar alerta.
Finalmente, centímetro a centímetro fue asomando un casco blanco en la puerta del cockpit y luego unos ojos, era un carabinero quien me preguntó si el asaltante estaba herido, le contesté que aparentemente no y lo bajamos del avión.
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Comentarios de las autoridades
Más tarde estábamos, tripulantes y autoridades, reunidos en una sala del aeropuerto. Erik Campaña ex ingeniero de vuelo y entonces Vicepresidente de Lan Chile, se notaba consternado por lo sucedido y repitió varias veces:
-¡Pero a quien se le ocurrió ordenar esto!- Todos callaban hasta que el coronel FACH dice (no recuerdo sus palabras pero justificando que se hubiese tomado alguna acción). Entonces el Jefe de Investigaciones del aeropuerto dice: -Bueno, yo les dije que podían actuar siempre que tuviesen una buena oportunidad…
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Durante mi declaración
Por último, durante mi declaración en Investigaciones, a quien me interrogaba (supongo el fiscal) le llamó la atención que yo dijera que el asaltante del galley estaba decidido a dispararme. Me preguntó sobre lo mismo repetidamente. Finalizada mi declaración , me indicó que me acercara al escritorio y me dijo: – Ud tenía razón- y me mostró fotografías de las 3 o 4 corridas de asientos delante de donde me refugié y que estaban perforadas por 3 disparos de este asaltante. También ví sobre el escritorio balas percutadas y que no prendieron su carga, supongo que correspondían a las del revólver del asaltante del cockpit. Si hubiesen salido esas balas, otra persona estaría contando la historia.”

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