Por Carlos Buscemi – Escritor)

(Colaboracion de nuestro asociado Ricardo France)

El presidente argentino Agustín P. Justo había decidido viajar a Tucumán para asistir a la celebración del Tratado de “Amistad, Comercio y Navegación” firmado hacia 76 años (19 Noviembre de 1857). Con tal motivo, se dirigió a Córdoba, donde la empresa alemana “Junkers” le había enviado un avión ”Junkers 10 Junior”, doble alas y plazas  descubiertas. Era piloteada por J. Stunde, uno de los más experimentados pilotos de la empresa. Ubicados el presidente en el asiento trasero, puesto el paracaídas y sujeto al cinturón de seguridad, el avión levantó vuelo y partió con destino al aeropuerto de Tucumán.

El avión estaba equipado con muy pocos instrumentos, como era habitual en esos tiempos (corría el año 1933). El piloto siguió la ruta a lo largo del trazado de las vías del ferrocarril para no desorientarse. El clima fue favorable, pero a los pocos minutos, las turbulencias obligaron al piloto el máximo esfuerzo para mantenerlo seguro durante el vuelo. Aterrizando en Tucumán a horario, el avión se desplazó, desaceleró y se detuvo junto a una gran alfombra roja donde era esperado por una banda militar, gran despliegue de soldados y público. Desde su asiento delantero el piloto giró su cabeza hacia atrás para disculparse ante su ilustre pasajero por las condiciones poco favorables del vuelo, y atónito, además de asombrado, lo mismo que todos los presentes … el presidente no estaba.

Junkers biplano de los años treinta

Es que durante el trayecto, una fuerte sacudida debido a las turbulencias, el tornillo que sujetaba el cinturón de seguridad se había roto, por lo cual el primer mandatario fue expulsado del avión cayendo al vacío. El paracaídas se abrió, porque una de sus correas estaba sujeta a la cabina, pudiendo tocar tierra sano y salvo cerca de las vías del ferrocarril. No pasó mucho tiempo y advirtiendo que a lo lejos se acercaba un tren, este detuvo su marcha ante las desesperadas señales del presidente. Tras convencer al maquinista, este, desconfiado, lo llevó hasta Tucumán, donde ya se temía lo peor y se había sometido a interrogatorio al piloto. El Dr. Rolf Schumacher, embajador de la República Federal de Alemania hace varios años, quien ha comentado este hecho, escribe que la política, la economía y la cultura implica historias y sucesos en los que tanto los individuos como el azar y la suerte fueron factores decisivos, algunos de ellos bien documentados  y otros menos, como el relato de este episodio ocurrido en 1933.


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