Amaro Bamon nos envía los siguientes recuerdos de su querido DC-3:

Estoy seguro que si fuera posible hacer una encuesta entre toda la “Pilotancia” que volamos en las décadas del 40 y 50 estarían de acuerdo en que el DC-3 fue el avión más querido por todos.
Tendríamos que compararlo con el Electra, Lodestar, De Havilland Dove, Curtis, Martin 202 y varios más que se operaban en esos tiempos, incluso, me atrevería a decir, el DC-6.

Tenía todas las características que un piloto, en esos años, podía pedir a una aeronave para ser totalmente confiable y llegar a quererla. No sólo quererla, amarla!

Era maniobrable, aterrizaba en pistas cortísimas: Palena, Futalelfú, Los Ángeles, Copiapó, etc. En pistas elevadas, cortas y con gradiente pronunciado: Calama ( me refiero a las pistas antiguas, no a las que existen actualmente en todos estos lugares). Se comportaba muy bien en turbulencia y en situación de formación de hielo.

Pero la característica principal era que no fallaba nunca y si alguna vez tenía un desperfecto mecánico, siempre era en momentos en que el piloto tenía todas las posibilidades de salir adelante con la falla.

Esos vuelos a Punta Arenas fueron inolvidables. Salíamos de Los Cerrillos a las 08: 00 Hrs. A veces pasábamos a Temuco, a veces a Puerto Montt, dependiendo de las condiciones meteorológicas.

Luego a Balmaceda, Chile Chico, por último Punta Arenas. Demorábamos todo el día. Llegábamos a Bahía Catalina, en esa ciudad sureña, después de “pedalear” 9 o 10 horas. Pero llegábamos.

Gracias a las características y condiciones de esta maravilla mecánica que era el DC-3.

Tenía sus problemitas, es cierto, pero todos eran subsanables. La calefacción, por ejemplo, no era muy confiable y cada avión tenía un sistema de calefacción que se controlaba distinto, a veces nos moríamos de frío, a veces nos moríamos de calor. Pero, en fin, todo lo aceptábamos felices y contentos, éramos jóvenes y nos gustaba la “pega”. En días de lluvia, en algunos aviones se llovía bastante por diferentes orificios que tenían en las ventanillas. Pero todo era soportable y sólo nos motivaba a hacer bromas al respecto.

Yo estuve basado en Punta Arenas casi tres años. En esa zona surgió un amor a toda prueba con este avión.

Iniciamos los vuelos a Puerto Williams. Era una pista que de verla desde arriba a uno le entraba un “julepe”enorme pues se veía cortísima y angostísima. Pero al final entrábamos y salíamos. El problema aumentaba cuando nevaba o escarchaba. Lo que pasaba era que confiábamos en las condiciones extraordinarias que tenía nuestro querido DC-3. Sabíamos que no nos iba a dejar feos, que respondería a los requerimientos de las pistas por muy malas que fueran.

De regreso de Puerto Williams pasábamos cerca de Ushuaia, Argentina y nos daba una envidia negra al ver el aeropuerto con que contaban los “Che”.

Desgraciadamente todo tiene que terminar en esta vida y el DC-3 desapareció, aunque dicen que aun hay alguno operando por ahí, e incluso lo transformaron en turbo-hélice.

Me alegraría que así fuera. Aun lo sigo queriendo.


1 Comment

John Carr · Agosto 4, 2019 at 12:37 am

Aqui en Canada la aerolínea Buffalo Airways uso DC-3 en servicio de pasajeros hasta el año 2015. Estaban basados en Yellowknife donde los inviernos son durísimos. Fue usado de carga y pasajeros.

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