Sergio Barriga Kreft.
Investigador histórico aeronáutico
(BOLETIN Nº 9 del Museo Nacional Aeronáutico y del Espacio)

El sábado 8 de mayo de 1938, como acto culminante de los festejos con que el Club Aéreo de Chile celebraba el décimo aniversario de su fundación, se realizó en el aeropuerto Los Cerrillos un gran festival aéreo. Oportunidad en que en cielos capitalinos se lució el aviador alemán Arthur Benitz, piloto jefe de la Bücher Flugzeugbau G.m.b.H., quien había traído a Chile dos biplanos. Uno modelo Bü 133 “Jungmeister” y otro Bü131 “Jungmann”, que la firma alemana enviara a América con fines promocionales. Con Hitler en el poder, Alemania abiertamente se desprendía una a una de las ataduras que le había impuesto el tratado de Versalles y una forma de dar a conocer el poder del nuevo Reich, era mostrando el avance de su aviación.

Aquel día, Benitz en el Jungmeister, rivalizando con los pilotos de la FACH que volaron en los recién llegados Focke Wulf Fw-44 Stieglitz, también de procedencia alemana, al decir de la prensa, realizó “pruebas tan temerarias y tan perfectas, como jamás se habían presenciado en el país”.

Obviamente su propósito no era otro que el de vender ambos aviones en el país. Intención que sólo se concretó en parte cuando finalmente el Club Aéreo de Chile adquirió el Bücker modelo Bü 131 Jungmann, que a diferencia del Jungmeister, era biplaza.

El Jungmann, avión de alta escuela y excepcionales condiciones para la acrobacia, era empleado por la Luftwaffe en la instrucción de sus pilotos de combate que posteriormente volarían en los célebres JU-86 Stuka, señalándose que en picada en una ocasión había sobrepasado los 500 kms/hora de velocidad.

Demás está decir que durante varios años el Bü 131 fue “el chiche” de los pilotos del Club Aéreo de Chile, aun cuando muchos le temían y respetaban, por ser un avión que “exigía mano para volarlo”.
Desgraciadamente, a consecuencias de la Segunda Guerra Mundial cada vez se hizo más difícil el conseguirle repuestos, lo que implicó que su mantenimiento se tornara tan oneroso, que en 1944 la entidad aerodeportiva optara por sacarlo a remate.

Enterado de ello, el aviador civil Arturo Gädicke Goecke, que tenía un avión y un aeródromo propio en la localidad de Nochaco, en las cercanías de Puerto Octay, se presentó a la licitación adjudicándose el Bücker.

Encargado de entregarle el avión y darle algunas nociones de su operación fue el recordado piloto Aladino Azzari, quien entre otras cosas le advirtió de tener cuidado con los looping invertidos, porque el esfuerzo a que era sometido el piloto “era brutal”.

Con el biplano en su poder, Gädicke que era un experimentado piloto y un ingeniero aeronáutico autodidacta, pronto se dio cuenta que la aeronave requería ser sometida a un mantenimiento mayor, ya que en la condición en que se encontraba era peligrosa de volar.

Fue así como en la pequeña maestranza que poseía en su fundo de Nochaco, desarmó por completo el avión, lo reenteló y dio el ángulo de ataque adecuado a sus alas, el que con el transcurso de los años se había alterado de tal forma, que al decir de sus pilotos “aterrizaba como vaca brava”.

Pero se enfrentaba a un problema aún mayor, la necesidad de efectuar un overhaul al motor Hirth 504 de 105 HP del Bücker, el que al volar producía un inquietante sonido “come nervios”, como lo graficara el propio don Arturo, hombre que jamás tuvo miedo de volar.

Lamentablemente, en Chile no existían ni herramientas ni repuestos para realizar tal trabajo. Pero como él no era hombre que se dejara amilanar por tan poco, con un amigo que viajaba a Europa, encargó a Suiza donde el Bücker era empleado en la instrucción de sus pilotos militares, los elementos necesarios para el overhaul.

Como era de esperar, en un comienzo los suizos se negaron a vender lo solicitado, dado que el overhaul solo podía efectuarse en un centro de mantenimiento autorizado y por personal debidamente calificado.
Sin embargo, al fin accedieron a su petición y don Arturo obtuvo lo que requería, lo que le permitió efectuar el overhaul, dejando el Hirth “mejor que nuevo”. Para gran curiosidad de los suizos que hicieron cuanto estuvo de su parte por conocer a aquel chileno, que había logrado lo que ellos estimaban irrealizable.

Con tan eficiente herramienta en sus manos, Gädicke, empleando un libro que le facilitaron, se autoinstruyó en acrobacia aérea elemental, avanzada y de alta escuela. Alcanzando tal nivel de eficiencia, que llegó a convertirse, si no en el mejor, en uno de los más altos exponentes en el país y en Sudamérica de lo que a acrobacia aérea se refería.
Tal fue la fama que ganó con su Bücker, que no había festival aéreo en la zona sur que se realizase, que no fuera él la nota de atracción.

Empero, años más tarde aquilató que su edad hacía necesario dejar la práctica de la acrobacia y en 1956, con gran pesar de su parte e incentivado por su esposa Ida, puso en venta el Jungmann, el que tras los trámites de rigor pasó a manos del Club Universitario de Aviación. Entidad que envió a Nochaco a su presidente don Enrique Krüger Schwarz.
Cerrado el trato y habiendo demostrado el Sr. Krüger que era capaz de operar el Bücker, retornó a Santiago con la flamante adquisición, no sin antes esc

uchar las prudentes advertencias de don Arturo de no entregar el biplano a cualquier piloto.

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De regreso en la capital y debiéndose ausentar al extranjero, ordenó que hasta su vuelta ningún piloto volara el Bücker. No obstante, no bien se hubo alejado del país, hizo su aparición un piloto que afirmaba haber volado ese tipo de aeronave y salió a dar una vuelta en él.

Vuelta que a los pocos minutos terminó con el avión estrellado y completamente destruido al efectuar una maniobra a baja altura de la que no lo pudo recuperar, lo que llenó de pesar a los socios de la entidad, que prácticamente no llegaron a conocerlo.

Hoy en día, su motor Hirth y el timón de dirección se exhiben en el Museo Nacional Aeronáutico y del Espacio, como silentes testigos “de lo que pudo haber sido y no fue”

Fracasando todos los intentos de repararlo en el país, alguien en el club se acordó que en Egipto se fabricaban bajo licencia, aviones de la desaparecida fábrica alemana. Fue así como socios de la entidad, impetrando los buenos oficios del Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea de Chile, el General del Aire don Diego Barros Ortiz, recurrieron al embajador de la República Árabe Unida (RAU) en Chile, consultando si sería posible encontrar en ese país los planos, piezas y herramientas para reconstruir el Jungmann.

Grande fue su sorpresa, cuando en 1958 desde la embajada se les informó que no teniendo los elementos solicitados, en su reemplazo la República Árabe Unida obsequiaría al club un avión nuevo Goumhuria II, fabricado por Heliopolis Airwok, de Egipto, copia del Bücker 181 “Bestmann”.

Biplaza, lado a lado, de ala baja, apto para realizar acrobacias, que había sido el avión de instrucción primaria de la Luftwaffe y que fuera fabricado además bajo licencia, en Holanda, Suecia y Checoeslovaquia y después de la Segunda Guerra Mundial, en Egipto.

Demás está decir la alegría de los socios que sin soñarlo se hacían de un avión nuevo, causando la “sana envidia” de otros clubes aéreos que no habían tenido tal suerte.
Finalmente el avión llego al país encajonado, siendo armado y puesto en condiciones de vuelo en las propias instalaciones del club en el aeródromo de La Castrina.
Poco después, en noviembre de 1958 el Rector de la Universidad de Chile, don Juan Gómez Millas recibía una nota oficial del Embajador de la República Árabe Unida en Chile, don Mustafá Sadex, comunicando la donación del Goumhuria a la universidad, para uso gratuito delClub Universitario de Aviación.

Aeronave que con la matrícula CC-KUG fue inscrito en el Registro Nacional de Aeronaves el 9 de diciembre de ese mismo año.
Planificada la entrega para los primeros días de diciembre, la ceremonia debió ser suspendida ante el fallecimiento del Cardenal José María Caro Rodríguez y el duelo oficial que con tal motivo el gobierno decretó.

Ceremonia que finalmente pudo concretarse el 20 de diciembre de 1958 en La Castrina, pasando el Goumhuria a poder del club como regalo navideño.

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Avión que los socios comenzaron a volar con deleite y al que optaron por denominar “El RAU”, por ser más fácil de pronunciar que su nombre original de fábrica.

Dotado de un motor Continental L-145 la pequeña aeronave hacía las delicias de los pilotos, los cuales atendiendo a sus capacidades de efectuar acrobacias realizaban en él toda clase de maniobras.
Maniobras que a más de alguno un buen susto hizo pasar, cayendo en spin y tardando más de lo esperado en recuperar.
En medio de la alegría reinante no pensaban ellos que la permanencia del monomotor en sus manos sería más bien efímera.

La mañana del 9 de octubre de 1960 todo era ajetreo en La Castrina, preparándose los socios del Club Universitario de Aviación para salir en raid hacia Llico, con escalas en Rancagua, San Fernando y Curicó.

Al mando del Goumhuria, designado por sorteo, lo hacía el piloto Sava Stefanovic Pantic, llevando como acompañante al alumno piloto Héctor Hugo Guzmán Lecani, instruyéndosele que dada la mayor velocidad de su avión con respecto a las otras aeronaves, despegara más tarde y volara directo a Curicó donde se reunirían todos para el tramo final hasta Llico.

Encontrándose aterrizados en el aeródromo “Dragones del General Freire”, cerca de las 09:40 hrs. local se vio aproximar al Goumhuria, el que por causas no establecidas, pero que a la postre se estimaron debido a lo corto de la pista de Curicó y a la poca experiencia del piloto en la aeronave, pasó de largo sin aterrizar. Viró a la izquierda para ingresar a pierna del viento y luego de un viraje escarpado entrar en spin y caer a tierra.

Presurosos corrieron los miembros del club y el personal del aeródromo hacia unos viñedos aledaños, constatando con pesar que el piloto se encontraba en estado grave y que su acompañante, había fallecido a consecuencias del impacto.

El socio, entonces estudiante de medicina, Octavio Schneider Maturana, prestó en el lugar las primeras atenciones al piloto, lo que permitió estabilizarlo y trasladarlo al Hospital de Curicó. Horas más tarde, en otro avión del Club Universitario de Aviación era enviado a Santiago, donde tras una prolongada convalecencia recuperó su salud

.
Al momento del accidente, el piloto tenía un total de 113 horas de vuelo, de las cuales solo 8 eran en el Goumhuria. Aeronave que no se pudo recuperar, siendo cancelada su matrícula por Resolución Nº8 de fecha 7 de marzo de 1961 de la Dirección de Aeronáutica.
Aquel fue el triste final del RAU y de los sueños de muchos socios.

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El Bü 181 Bestmann de la aviación alemana
Bibliografía
PETERSEN Gädicke, Artur. (comp y trad) Recuerdos de un aviador civil. Artur Gädicke Goecke. Santiago de Chile, 2004. [356] p.
Revista Ercilla, Diciembre 1958
Diario “LaPrensa”, Curicó 10 de Octubre de 1960
COLABORADORES de Wikipedia. Bücker Bü 181 [en línea]. Wikipedia, La enciclopedia libre, 2010 [fecha de consulta: 13 de marzo del 2010]. Disponible en <http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=B%C3%BC cker_B%C3%BC_181&oldid=35044628>.
ARCHIVO carpetas accidentes de aviación DGAC
“SOBRESALIENTES hazañas de los aviadores alemanes impulsaron a Arthur Benitz para hacerse aviador”. Chile Aéreo 1938, año x, nº 108 p. 11
“GENTILEZAS del aviador Arthur Benitz”. Chile Aéreo 1938, año x, nº 108 p. 56
ENTREVISTAS A:
Sr. Arturo Gaedicke Goecke; Sr. Willy Gaedicke Sandrock; Dr. Octavio Schneider Maturana; Sr. Jaime Adiasola Biell; Sr. Elio Roncagliolo; Sr. Rafael Mellafe Rojas; Sr. Miguel Eyquem; Sr. Aldo Bravo Figueroa; Sr. Enrique Kruger Schwarz; Sr. Carlos Ausset; Sr. Samuel Fernández Illanes.

***

La interesante historia del investigador Sergio Barriga que apunta en parte a la historia del Club Universitario de Aviación de los años 50 nos recordó que varios de los pilotos de Lan Chile se formaron en ese club universitario. Es nuestra intención recoger de esos pilotos un testimonio de su etapa de formación como pilotos en ese club, sus instructores, sus vivencias y su posterior desarrollo como pilotos profesionales tanto en Lan Chile como en otras empresas de la aviación comercial. Según la información con que contamos actualmente, los siguientes pilotos se habrían formado inicialmente en el Club Universitario de Aviación para ingresar posteriormente a Lan Chile: Rene Bobe V., Sergio Kurth R., Rodolfo Fuenzalida, Gustavo Siredey B., Fernando Ocampo M., Jose “Magneto” Fernández, Carlos Riderelli M., Agustin Brajovic V., Littre Medina Q., Jaime Bordes, Peter Staiger, Luis “Tuco” Yañez Q. y Harold Recart. Estamos tratando de contactar a cada uno de ellos para contar con su colaboración para publicar la particular historia de cada uno de ellos. Por el momento, el que nos ha suministrado el más completo relato de su historia como piloto es Jaime Bordes.

Categories: Crónicas

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