SETENTA AÑOS DE UN HECHO INÉDITO EN LA HISTORIA DE LA AVIACIÓN MUNDIAL

Colaboración de nuestros asociado L. Felipe Alcerreca

El día 08 de Octubre de 1950, luego de observar y planear  por varios días su proyecto, el joven campesino Cliserio Reyes Guerrero se decidió a trepar a la cola del DC-3 de LAMSA (Líneas Aéreas Mexicanas, originalmente Líneas Aéreas Mineras S.A. – 1934) matrícula XA-FUJ, vuelo 201, que operaba un vuelo especial entre Ciudad Juárez y la Ciudad de México, con escala técnica en Torreón, Coahuila.

El Douglas DC-3 matrícula XA-FUM, había aterrizado en Torreon poco después de las 23 horas para recargar combustible, y quedar listo para proseguir el vuelo. Cerca de la media noche la nave rodó a la cabecera de la pista. En las proximidades el joven Cliserio aguardaba escondido entre la maleza.

¿Pero quién era Cliserio?

El joven Cliserio Reyes Guerrero era uno de los lugareños que cada tarde se juntaba con sus amigos  cerca del aeropuerto para ver a los aviones. Siempre le habían llamado la atención los aviones y se había propuesto que algún día, sabría lo que se sentía al volar. Pero como él y su familia se dedicaban a las modestas labores del campo no contaba con recursos para convertir en realidad su sueño.

Entonces se  le ocurrió observar el movimiento de los aviones y concluyó que escondido entre los matorrales podría salir, furtivamente, acercarse a un avión y encaramarse en un plano de la cola sin ser advertido. Era una manera distinta de volar a la de un pasajero o de un piloto, pero era volar al fin…  

Una vez tomada la decisión, escogió el día y la indumentaria que le pareció apropiada para su aventura: una gorra con orejeras, unos lentes verdes y una camisa de manga larga…

Agazapado entre los matorrales esperó que el avión se acercara y se detuviera. En ese momento corrió hasta treparse en el estabilizador de cola derecho del aparato y se tendió pegado al fuselaje solo asiéndose del borde con sus manos y brazos.  El avión empezó su carrera de despegue,  tomó cada vez más velocidad y finalmente se elevó sin reclamar por el intruso pasajero externo. El sueño de Cliserio comenzaba hacerse realidad tal vez solo algo extrañado por el ensordecedor rugido de los motores y del huracando viento que empezó a azotarle.

Mientras tanto el Capitán Jorge Guzmán Lavat, proseguía su vuelo ascendiendo normalmente a su altura de crucero de 12.000 pies, rumbo a Ciudad de México.  Sin conocer el drama que estaba viviendo don Cliserio aferrado a su cola, sentía sin embargo una extraña vibración en los controles y una anormal necesidad de estabilización por “cola pesada”. Preocupado decidió regresar a Torreón.

A todo esto Cliserio expuesto durante casi 30 minutos a un ventarrón heladísimo de unos 300 km/hora, en realidad no estaba en condiciones de disfrutar del espectáculo de las luces de los poblados que sobrevolaban. Desprovisto ya de casi todas las prendas de su cuidadosamente elegido atuendo, a punto de congelarse,  luchaba desesperadamente para mantenerse aferrado al plano y no caerse. Todo había resultado distinto a lo imaginado ¡Estaba preso de pánico luchando por su vida!

Fue tremenda la sorpresa de los pilotos y del personal de tierra cuando vieron el cuerpo de un hombre con las ropas desgarradas, posado en uno de los planos de la cola del avión. De inmediato lo trasladaron al edificio terminal donde fue atendido y posteriormente enviado a la cárcel municipal por un hecho considerado delictual. Ahí se ordenó que se le hiciera un examen mental al polizón, concluyendo los médicos que estaba con todas sus facultades mentales en orden.

Gracias al clamor de la gente y de muchos personajes de la aviación, el joven campesino fue liberado. Además – poco tiempo después – recibió el apoyo necesario para convertirse en piloto. Fue tan extensa su trayectoria que – radicado en el estado de Chiapas – decidió formar en 1971 su propia empresa. Junto con el  piloto Delmar Román crean los SERVICIOS AEREOS REYES-ROMAN, que alcanzo a tener una muy importante participación en el mercado local hasta el año 1981.

Sin duda este hecho –dramático y algo cómico a la vez – quedará registrado para los anales de la historia del Douglas DC-3 y de la aviación mundial.

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Comentarios en Face Book:

Antonio Tonche Pérez

“Él era originario de una comunidad, Florencia, de mi municipio Francisco I. Madero Coahuila. También trabajó para el gobierno de Chiapas y a su vez ahí – entre los que lo apoyaron –  estuvo Pedro Infante (1). De los pilotos que lo auxiliaron se encontraba Jesús Manzanero Abán, Yucateco. Quien sus últimos días radicó acá en la Laguna.

Posterior a su travesura, Cliserio, salido de la cárcel explicó todo: Su único sueño era saber lo que se sentía al volar y se realizó un simulacro de cómo se trepó. Por cierto su amigo, Heliodoro Renteria Ríos, quien lo ayudó a trepar, aún vive. Les comparto su sueño hecho realidad. Su licencia.

Lorenzo Castañeda

Solo un comentario, mi padre, que fue piloto de Lamsa en esa época, me comentó que el Sr. Reyes se acomodó con el cuerpo por arriba del plano horizontal y los brazos por debajo, estando detenido del elevador por las axilas, por esa razón no se cayó.

(1)Pedro Infante (1917-19579) exitoso cantante, actor de cine y piloto aficionado mexicano que murió a los 39 años cuando el avión que piloteaba se cayó en pleno centro de la ciudad de Mérida al  despegar.

Categories: Crónicas

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