Nuestro asociado Sr. Jorge Verdugo Palacios nos ha invitado a compartir la entrevista que el periodista Jorge Abasolo Aravena le hizo a raíz de la publicación del libro  “LOS AMANTES DEL AIRE  y que se publicó en el sitio web www.vertice2000.cl

Con mucho agrado reproducimos lo que Jorge nos envió por mail:

“ES CIERTO. LEÍ UN DIARIO RECOSTADO SOBRE EL MAR MUERTO”
Ex piloto de LAN Chile hace recuerdos de su oficio y de sus andaduras por el mundo, Jordania y Libia incluidos. Una vida azarosa y siempre fascinante que ha retratado en su reciente libro “Los amantes del aire”, en homenaje a su padre, figura señera en la aviación comercial chilena.

Volar ha sido el sueño de todo ser humano desde que existe como tal en la tierra. Una suerte de embrujo mixturada con el frenesí que provoca “nadar” en medio del aire dispensa una paz que parece difícil encontrar en la tierra. No son muchos los que logran el carnet de piloto. Y menos el de piloto comercial. Por algo forman una especie de cofradía, cuyos lazos se yerguen más allá del habitat propio de cualquier actividad.

Jorge Verdugo Palacios es uno de los pilotos que han dejado surco y camino a su paso por la prestigiosa Línea Aérea nacional, LAN. Su condición de “hijo de tigre” no fue óbice para descollar con luces propias.

De algún modo, Verdugo Palacios ha estado gran parte de su vida vinculado a la aeronáutica, en las más disímiles manifestaciones. La vida más allá de la tierra lo marcó a fuego, por lo que acaba de publicar su libro Los amantes del aire, un sentido homenaje a su padre, Jorge Verdugo Correa, profesor, alma, mentor y guía de muchos que pasaron la vida en el nicho aéreo de este país.
Jorge Verdugo Palacios -Coco para sus amigos- fue piloto comercial durante varias décadas y los meandros recónditos de una rica y azarosa existencia lo llevaron a trabajar en latitudes tan distantes como Jordania, Siria y hasta la hoy convulsionada Libia.

Conversar con él, es aprender de la existencia. Sabe traspasar sus vivencias de modo que hacen de la conversación un relato con lances hasta pedagógicos.

Jorge Verdugo: “Tuve el privilegio de estar en las ruinas de Hueras, algo así como la Pompeya de Asia. Es algo impresionante”
Crecí oyendo que la fama de los pilotos chilenos -especialmente de LAN- es universal. ¿Es verdad o ello encierra mucho de mito?
-Para responderle me voy a remontar un poco a los años en que LAN volaba con Martin 202 hacia Argentina y hacia Uruguay. Era la época en que las demás compañías ya contaban con Douglas DC-6B.
La gente de LAN hacía la ruta a Buenos Aires, muchas veces con una cordillera en pésimo estado. Muchos no llegaban o no salían. En cambio, LAN-Chile iba y volvía. O sea, la base de la Línea Aérea Nacional es de gran calidad. Hay pilotos que fueron ejemplo para el mundo y sus nombres son recordados con gran respeto hasta el día de hoy. Ellos trabajaban en desventaja con las compañías europeas, pero nunca dejaron de llegar a sus destinos.
En la actualidad tenemos LAN-Argentina, LAN-Perú y LAN-Ecuador.
LAN siempre ha sido sindicada en categoría uno.
-¿Qué significa eso?
-Que pueden entrar a los Estados Unidos sin ningún problema. Hay otros países a los cuales les han quitado su categoría uno, como Perú, por ejemplo. Entonces, los aviones que operan desde Lima hacia Estados Unidos como LAN-Perú, lo hacen con matrícula chilena.
Y eso pasa por la categoría de nuestro país.
Desde que inició sus vuelos a los Estados Unidos -el año 1958- nuestra línea aérea nacional siempre ha estado en categoría uno.
Y eso dice mucho…
-¿Existen las rutas ideales para los pilotos de líneas aéreas?
-Antiguamente era mucho más atractivo y bello, cuando se volaba a alturas más bajas. Hoy en día los aviones vuelan a 35 mil pies, lo que significa que uno no ve nada hacia abajo.
Pero si usted tomaba un caletero, por ejemplo, hacia Puerto Montt la cosa era distinta. Volábamos en un C-47 a una altura de 10 mil pies, y usted veía todo, los cerros, los árboles, en fin.
Si de Puerto Montt (Tepual) usted se iba a Aysén por el canal de Moraleda, el espectáculo era maravilloso. Esa ruta la hice muchas veces, sobre todo en los famosos DC-3. Es decir, volando bajo, usted goza el espectáculo de punta a cabo.
-Su carrera como piloto es azarosa y fascinante. Pocos pueden contar que llegaron a trabajar a Aerolíneas ALIA, de Jordania. ¿Cómo se dio aquello?
-Lo que pasa es que me retiré voluntariamente de LAN y me fui a Alia.
Allá en Jordania tenía un colega -que se llama Manuel López- que había sido capitán de LAN y él estaba volando en Alia. Como era bastante amigo de él, me ofreció esta oportunidad de poder ingresar. Yo me fui a Jordania con toda mi familia, esposa e hijos. Realmente fue una experiencia maravillosa, porque conocimos el mundo árabe, el cual en esa época -años 1979 y 1980- era bastante diferente a lo que es ahora.
Yo viví en Amman, y me tocó conocer la ciudad, todos los alrededores, Petra, el mar Muerto, en fin…
-Y sus hijos estudiaron en el mismo colegio con los hijos del Rey Hussein. ¿Le conoció?
-Sí, correcto… aunque más conocimos a su señora, la Reina Noor. Ella participaba mucho en el Internacional Community School, que era un colegio inglés. La reina Noor era hija de un norteamericano que en ese momento era vice-presidente de la compañía ALIA y había sido presidente de PANAM. El rey Hussein la conoce en Estados Unidos y se casan. Se van a Jordania y ella tiene dos o tres hijos; y uno de ellos iba al colegio donde iban mis niños. El hecho es que nos tocó alternar con ellos en celebraciones propias de un colegio. El era muy cordial y ella también.
La recuerdo como una mujer muy afable y buenamoza.
El rey Hussein era muy querido y respetuoso de todos. El miraba con mucho respeto a occidente.
-Y estando en Jordania conoció las ruinas romanas de Jerash, denominada la Pompeya de Asia. Un privilegio…
-Exactamente. Eso está a unos 40 kilómetros en el camino que va a Siria. Se dice que son las ruinas romanas más antiguas en la zona… y están muy bien conservadas. Recuerdo que me impactaron cuatro columnas que allí hay, que se mueven y hablan…
-¿Hablan?
-Literalmente no es así pero da la impresión de que hablaran, que emiten sonidos muy parecidos a las palabras. Es un ruido muy especial. Lo comprobé porque estuve ahí y me impactó mucho. Tengo fotografías de eso. También hay unos alcantarillados de los romanos que en esa época eran muy famosos. Y aún están allí. Por lo tanto se puede ver el sistema de alcantarillado que ellos tenían, y que esté muy bien conservado, por lo demás. Es un lugar precioso.

FLOTANDO EN EL AGUA
-Y hay algo envidiable en su viaje. Usted se dio el lujo de leer el diario recostado sobre el Mar Muerto…
-Claro, lo que pasa es que el Mar Muerto está a 393 metros por debajo del nivel del mar. Entonces, es muy salado. Usted se mete al agua y no se hunde. Recuerdo que me puse de espaldas, tomé un diario jordano y me puse a leer. Yo fui con toda mi familia, con mi señora, con mis tres hijos, en la camioneta que tenía allá. Recuerdo que estábamos con unos amigos y con el cónsul chileno en Jordania, un señor de apellido Hinojosa. ¡Todos nos metimos al agua y todos comprobamos que efectivamente uno no se puede hundir!
-¿No es helada el agua?
-No. No la encontré helada. Además, hacía bastante calor ese día.
-Y luego usted se dirige a Trípoli, en Libia, estando Kadafy en el poder. Es decir, vive un tiempo en una cultura radicalmente opuesta a la latina…
-Totalmente. Libia en esa época era un poco como Arabia Saudita. Ellos conservan sus costumbres y para nosotros es muy difícil la vida allá. No es como estar en Jordania.
Libia era un país totalmente restringido y en esa época lo era mucho más. Kadafy tenía al pueblo totalmente oprimido.
-¿Por medio del terror?
-Un poco por el terror, claro. Allá era común juzgar y condenar en la propia plaza, y hasta lo colgaban, según el delito. Así de simple.
Trípoli en ese tiempo era una ciudad muy, pero muy primitiva. Después yo viví en Bengazi. Bengazi era el puerto donde se embarcaba el petróleo.
Yo llegué a volar allá y me dijeron que no tenían donde alojarme. En ese momento Kadafy había arrendado dos buques españoles de turismo para acondicionarlos como hoteles flotantes. Así que me trasladé con camas y petacas hasta allá y la vida se me hizo más fácil, porque todos hablaban español. Me hice amigo del capitán, en fin… ¡Lo pasaba regio!
-También usted vuela hasta Sebha, el lugar más caluroso del mundo. ¿Se puede graficar lo que es calor allá?
-Lo que pasa es que Sebha está en medio del desierto, al sur de Trípoli, como a una hora y cuarto de distancia en el jet. Lo cierto es que se volaba de noche, porque allí el calor era insufrible.
-¿De cuántos grados estamos hablando?
-Alrededor de 50 grados. Para que los motores estuvieran dentro del rango máximo permitido, se volaba de noche. Y usted ahí podía ver espejismos frecuentemente. Por ejemplo, el aeropuerto se nos movía hacia ambos lados. Se bamboleaba mucho, debido a le reverberancia de la tierra. ¡Era tremendo!

CON BELLAS MUJERES EN MOSCU
-Trabajando en Libian Arab Airlines usted se dirige a Moscú, y se aloja en el Hotel Cosmos. Lo que pasó allí es de antología…
-Así es. Era un Hotel con catorce restaurantes al interior. Increíble.
La verdad es que en esa época Rusia pasaba por momentos económicos muy duros. El Hotel Cosmos era una cosa impresionante, formidable. Se construyó porque hacía dos años atrás había hecho una exposición de flores en Moscú. Entonces, el Estado -para poder meter a toda la gente- decide construir ese inmenso hotel. Recuerdo que tenía catorce restaurantes y deben haber cabido unas dos mil o tres mil personas. Era una ciudadela.
Y bueno, se hizo esa exposición de flores, y luego lo dejaron para recibir a los turistas.
Lo primero que me impresionó en este hotel es que solamente aceptaban monedas extranjeras. ¡Menos rublos!
En la noche había varias orquestas y se hacían shows representativos de cada parte del mundo. Por ejemplo, había un show español, uno norteamericano, un show inglés, en fin…
El hecho es que yo estaba con varios de mis colegas libios cenando… y al rato aparece un tipo muy bien vestido, con un catálogo que contenía fotos de niñas muy hermosas. Eran chicas de todo el mundo. Y era cosa de escoger. Uno apuntaba a una chica en la foto… y aparecía al lado de uno de inmediato… (Se ríe).
-Parece increíble pero usted no escogió a ninguna chica…
-No, no, no. La verdad es que yo estaba casado hacía poco y estaba muy preocupado por mi situación. Ocurre que la primera vez que llegué allá me quitaron el pasaporte. Me tuvieron detenido durante dos horas, nada más que porque yo era chileno. Me investigaron… y me quitaron el pasaporte. Luego, yo en el Hotel estaba sin mi pasaporte, por lo que decidí portarme bien esa noche. Entonces, me excusé y me fui calladito a la pieza porque cualquier lío en que me viera involucrado me complicaba más la situación.
-Pero sus colegas lo pasaron muy bien…
-¡Por supuesto, pues! Por la mañana noté que habían amanecido muy bien acompañados. Yo me encargué de despertarlos y partimos de regreso a Trípoli en un 727.
-No puedo dejar de preguntarle acerca de su paso por el puente del Bósforo, que divide Asia de Europa; y su llegada a la ciudad de Varna, Bulgaria. Una ciudad con prácticas gansteriles…
-Claro… en esa época toda la parte este de Europa estaba bajo el yugo comunista. A ver… esto pasa porque yo salgo con mi camioneta, la saco de de Jordania, nos vamos a Damasco, Siria. Luego cruzamos Turquía de punta a punta con la camioneta. En Estambul está ese puente que une Europa con Asia. Y nos quedamos a alojar esa noche en Estambul. Al día siguiente había que entrar ya al lado oeste. Y entramos a Bulgaria, donde estaba la ciudad de Varna, que era un centro a las orillas del Mar Negro, donde se comerciaba de todo. Era un mercado negro en todo orden de cosas. En verdad, ahí pasaba de todo, como que estaba todo permitido.
Nos pasó algo desagradable en la frontera búlgara/rumana. Pretendieron sacarme dinero y rajarme los tapabarros de mi camioneta. Pensaban que podíamos llevar drogas. Gracias a Dios nuestro cónsul en Jordania me había dado todos los teléfonos para cualquier eventualidad. Yo me puse duro y le dije: “Señor, si usted pretende rajarme un tapabarros, antes de que lo haga yo llamo al cónsul. No se lo voy a permitir. Si lo quiere hacer, aténgase a las consecuencias”. En verdad, lo único que querían era plata.
Finalmente nos hicieron embarcar todas nuestras cosas a la camioneta, y pudimos seguir a Constanza, que era el lugar donde debíamos embarcar.
Lo que nosotros llevábamos en la camionera eran cosas que habíamos comprado en el sur de Damasco. Eran cosas que habíamos comprado para la casa con mi señora. Eran adornos, un mueble etrusco, en fin…

UNA RUTA NOSTALGICA
-Usted voló mucho entre Puerto Montt y Coyhaique. ¿Es Balmaceda un buen aeropuerto?
-Es muy buen aeropuerto. Es un aeropuerto largo, donde pueden aterrizar cómodamente los 727 sin mayores problemas. Balmaceda cuenta con una excelente aproximación instrumental. Lo que pasa es que hace mucho frío.
Es el lugar de Chile -como aeropuerto- donde más frío hay. Hemos tenido temporadas en que hay 28 y hasta 30 grados bajo cero. Pero ese frío no influye en el trabajo de las turbinas.
-He tenido la oportunidad de volar varias veces hacia el interior de Aysén. Tratándose de vuelos más pequeños, ¿Es Aysén la región más difícil?
-Creo que sí. Toda esa zona, de Puerto Montt hacia Coyhaique el tiempo es muy malo, y suele haber bastante lluvia. En esa época -hablo de los años 1960 y 1961- cuando teníamos que ir de Puerto Montt hacia Coyhaique, muchas veces volábamos sobre el canal de Moraleda a 1500 pies sobre el agua, lloviendo y con las dos ventanas abiertas mirando hacia los lados, porque por adelante no se veía nada.
Y por ahí nos metíamos por Puerto Aysén, Río Simpson y aterrizábamos en Coyhaique. Así se hacían los vuelos.
Por ejemplo, cuando había que ir a Alto Palena, se volaba de Chaitén… nos metíamos sobre el Lago Yelcho -a no más de mil pies- lloviendo a chuzo, se llegaba al fondo del Yelcho, a Puerto Ramírez. En Puerto Ramírez estaba el cañadón por el lado izquierdo para entrar hacia Alto Palena. Y se volaba entre medio de los cerros.
-Como experiencia, para los pilotos no avezados, esa zona -experimentalmente- debe ser extraordinaria…
-¡Salvaje! Claro, aunque ahora eso no lo hace LAN. No es necesario.
-En abril pasado se cumplieron 43 años de una tragedia aérea que enlutó a Coyhaique. Un avión Ladeco chocó poco antes de llegar a Coyhaique, muriendo 36 personas. ¿Recuerda ese accidente?
-Por supuesto. Yo era muy amigo del capitán de esa nave, el “Naco” Valencia. El había sido compañero nuestro en LAN.
-¿Cuáles fueron las causas de ese accidente?
-Ellos empezaron a descender hacia Coyhaique, y se desprende el ala. El ala se vio igual que un papel… estuvo volando y dándose vueltas durante un buen rato hasta que cayó pesadamente al suelo. El fuselaje -con la otra ala y los motores- cayeron, se estrellaron y no quedó nada.
Se especula que por esos días había habido varias fallas en los aviones DC-3. Por esa razón emanó una orden de la fábrica, en el sentido de cambiarle los pernos de las junturas de las alas con el fuselaje. Era una orden de servicio. Por eso LAN había paralizado de manera periódica todos sus DC-3 y había hecho el recambio de sus pernos en las alas. Creo que a este avión no se le hizo ese recambio, lo que explica el accidente.
¿Está determinado eso en el sumario?
-No lo sé. Nunca vi el sumario.


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