“Yo soy el Comandante de Grupo (R) Fernando Mujica Fernández, Ingeniero Aeronáutico, hijo del Coronel de Aviación Samuel Mujica Verdugo (QEPD), quien de acuerdo a la historia tuvo el aterrizaje forzoso junto a Ud. en el sector de Quillagua en el avión N.A. T-6G N° 285, el 25 de mayo de 1953. Mi mamá Leylah, estaba esperándome a mí y al final mi papá y ella se fueron a Santiago, donde nací yo en julio de ese año.
Iván Siminic del Blog El Observador Aeronáutico me dio la información y me envió la foto que le adjunto.
¿Podría contarme un poco más de ese accidente?
Afectuosamente, Fernando Mujica Fernández – Ingeniero Aeronáutico
Cel +56-9-84953472, fmujicaf@aviacion.cl, www.aviacion.cl.”
Primero que nada le expresamos nuestra gratitud al Comandante Fernando Mujica por la inédita fotografía del T-6 Nº 258 (gentileza de don Ivan Siminic) protagonista del mencionado accidente y que incorporaremos al relato ”La mosca de Quillagua”. Efectivamente el “Teniente” mencionado en el relato era su padre el entonces Teniente Samuel Mujica y que se desempeñaba como instructor de vuelo de los Alféreces que recién habíamos llegado a la Base de Los Cóndores a efectuar el curso de Tiro y Bombardeo. Sobre el accidente mismo no hay mucho más que contar fuera de lo que publicamos en “La mosca de Quillagua”. Desconozco lo que arrojó la investigación del accidente, pero era evidente que el viento de cola fue mayor de lo que había sido previsto, dejando insuficiente longitud de pista para el despegue. Resulta algo pretencioso hablar de “pista” ya que era una simple franja de tierra sin marcaciones ni cataviento. El “comando” a que se refiere el relato era el entonces Comandante de Escuadrilla Carlos Anderson, que no simpatizó precisamente con los protagonistas del desafortunado evento…y lo hizo notar! Nos dejó literalmente botados…
Con su padre compartimos nuestro primer año como cadetes en la Escuela de Aviación y luego como oficiales en Iquique, Quintero y Antofagasta. Su jocosa reacción tras quedar “tendidos” al otro lado de la quebrada en Quillagua fue un poco la tónica de su talante en todo tipo de situaciones de la vida comunitaria de oficiales en sus distintas destinaciones. Un grato recuerdo tanto de él como de su esposa Leylah”.
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