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Una inesperada y escueta llamada de Lucía nos comunica la triste noticia: “Quería comunicarle que Jorge acaba de fallecer a las siete de la tarde”. Sus palabras son corroboradas por su hija Isabel, detallando su paso a mejor vida en forma pacífica, tras dormirse, sin volver a despertar.

 Su partida nos llena de una profunda tristeza, propia de toda pérdida importante. Se ausenta un miembro destacado de tantos grupos de camaradas y amigos que contaban con su inestimable presencia y animación. Famosos son sus siempre requeridos y celebrados brindis y poesías que declamaba con particular emoción. Seguro que esa sombra de dolor y pena que hoy oscurece nuestro ánimo no sería lo que Jorge, siempre alentador y positivo, habría esperado de nosotros.

Sin embargo, es una sombra que solo podremos despejar con la ayuda de nuestra Santa Madre de los Afligidos, que nos consuela y asiste para comprender, con ayuda de la fe, este paso de Jorge a aquella otra vida de gozo y alegría sin fin.

Jorge a sus 95 años no había perdido nada de su fuerte carácter, ni la siempre apasionada defensa de sus convicciones, particularmente frente a lo que consideraba situaciones lesivas para su patria.

Hombre de amistades sinceras y profundas, nunca rehuyó su concurso cuando se trató emprender tareas de bien común, de servicio en el orden gremial y también en el desempeño de su profesión como piloto, tanto civil como militar. (Ver también en la sección CRONICAS 15.11.2007-Comandante Jorge Rivera Alonso y 15.01.2007-Abastecimiento del Faro Evangelista)

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Tras una viudez de un largo y feliz matrimonio con Elsita, Jorge volvió a casarse con Lucía, que lo acompañó y cuidó hasta su último dia.

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La parcela era su otra pasión y también el sitio en acogía con cariño a sus amigos

 

Pensamos que el mejor homenaje que podemos hacer a Jorge es recordarle a través de una de sus numerosas anécdotas vividas en sus primeros años en LAN cuando “los aviones de LAN contribuían a hacer patria y soberanía”:

“JORGECITO”

Aquella tarde de junio de i953 me encontraba en el aeródromo de Balmaceda, en mi calidad de inspector de los servicios regionales de LAN en esa localidad y en Punta Arenas, cuando alrededor de las 15:00 horas el Jefe de la Posta me informó que había un poblador que insistía en hablar conmigo.

Sin tener idea de qué se trataría lo mandé a buscar, señalándome y solicitándome con vehemencia que fuera a Cochrane donde vivía, a buscar a su esposa que se encontraba muy grave, próxima a dar a luz y necesitaba urgente atención médica.

Las condiciones meteorológicas no eran favorables, por lo que la posibilidad de un vuelo a Cochrane, ubicado en la ribera sur del lago General Carrera no se presentaba muy alentadora.

La sola idea de cruzar el Portezuelo, con la certeza de enfrentar turbulencia severa, hacía aconsejable posponer el vuelo para el día siguiente.

Sin embargo, ante los insistentes ruegos del hombre consulté al meteorólogo Bahamondes. quien me manifestó que el tiempo se iba a mantener inestable y con posibles chubascos de aguanieve.

Considerando la urgencia de salvar una vida y dado que el Jefe de la Posta me señaló que en Cochrane había otros pasajeros que también deseaban viajar a Coyhaique, opté por realizar el vuelo. Además, aprovecharía para chequear en ruta al copiloto Fernando Mujica.

Poco más tarde, en el pequeño bimotor de Havilland Dove de la posta partimos con destino a Cochrane, donde después de un vuelo bien movido de aproximadamente una hora, aterrizamos sin novedad.

Instalada a bordo la parturienta y el resto de los pasajeros, despegamos con destino a Coyhaique arribando pasadas las 18:00 horas.

Considerando que por ese día estaba bueno de zangoloteo, cancelé el vuelo y decidí pernoctar en

Coyhaique, posponiendo el retorno a Balmaceda para la mañana siguiente.

El tiempo siguió su curso y me olvidé de la dama en cuestión y de aquel vuelo, el que por lo demás no era algo extraño en ese entonces, en que los aviones de LAN contribuían a hacer patria y soberanía.

Pasaron alrededor de dos años, cuando una vez más me tocó aterrizar en Balmaceda, en esa ocasión al mando del DC-3 de itinerario que hacía la ruta Punta Arenas – Santiago.

Aprovechando el lapso que tardaba en alistarse el avión para la continuación del viaje hacia la capital, junto al resto de la tripulación y a mi esposa, que ese día me acompañaba, me dirigí al casino del aeródromo a almorzar.

Como era costumbre, nos encontramos con la tripulación del DC-3 que volaba en sentido inverso hacia la distante Magallanes.

Mientras intercambiábamos información sobre el estado del tiempo del sector que ya habíamos volado, se acercó a la mesa el Jefe de Operaciones Terrestres diciéndome que afuera había una señora que pedía hablar conmigo.

Extrañado ya que en Balmaceda no conocía señora alguna, inquirí mayores datos, lo que motivó que mis acompañantes me empezaran a hacer bromas, instándome “a que fuera a ver a la señora”.

El Sr. Sorondo, Jefe de Operaciones, que era muy bromista, alzando la voz agregó: “anda con un niñito”, lo que hizo que me pusiera un tanto nervioso y que las bromas de mis compañeros subieran de tono.

“Dice que se llama Jorgecito…”, agregó con aire de complicidad.

Molesta, mi esposa se levantó, e hizo “mutis por el foro”‘ mientras yo no sa1ía de mi extrañeza por una situación que tomaba un cariz impensado.

En ese instante se abrió la puerta del comedor y entró una dama llevando de la mano a un pequeño, la que, acercándose a mí, en tono efusivo me dijo que hacía tiempo que quería contactarse conmigo y que me traía a “Jorgecito”, para que lo conociera.

Para que decir como aumentaron las risas y bromas de mis compañeros, mientras yo absolutamente desconcertó trataba de recordar donde podía haberla conocido, sabiendo que mi esposa observaba desde la distancia.

Recién vine a recuperar la calma cuando ella me dijo que era la señora que una tarde ya lejana, yo había trasladado de Cochrane a Coyhaique, permitiendo salvar la vida de su hijo por nacer, al cual en agradecimiento había decidido ponerle mi nombre; “Jorge”.

Claro que las bromas continuaron por mucho tiempo, especialmente porque dentro de las tripulaciones ese día se encontraba mi querido amigo Jaime Núñez, “Capitán Pistola” y otros, que cada vez que nos encontrábamos en ruta me preguntaban si había pasado Balmaceda a ver a “Jorgecito”. (Horas de Losa Vol IV).

***

Discurso de despedida leído por el Coronel (R) Jaime Parra Santos, en representación de los integrantes de “Los Miercolinos” (miembros ex Fach), en el cementerio:

“Querida familia, distinguidos colegas pilotos, amigos de Jorge, muy apreciados “Miercolinos”:

No podría cumplir con el sagrado deber de despedir a Jorge “nuestro querido Cholulo” a nombre de la mesa de la amistad “Los Miercolinos”, sin hacer primero un muy breve recuento de los lazos familiares que me unieron con Jorge.

Efectivamente desde muy joven tuve el privilegio de conocerlo como el primo aviador Jorge Rivera Alonso, de mi querido suegro don Mario Manríquez Ruiz.

La amistad sincera y franca generada entre ellos durante su vida en familia, se transmitió de una manera fluida a este entonces bisoño cadete y piloto de la Fach.

Talvez fue la condición de ser pilotos ambos, el nexo de unión representado por una actividad por la que Jorge sentía especial encanto y cariño; a la época, el con mucha experiencia y yo un novato en las lides aéreas.    Esta feliz circunstancia nos permitió generar una sólida comunicación espiritual basada en un mutuo sentimiento de afecto, que perduró toda una vida hasta ahora y seguirá en el futuro en el recuerdo permanente de un amigo, piloto, que no plegará sus alas con la muerte terrenal sino seguirá el vuelo de los cóndores en el espacio hacia los astros; cielo que tanto amó.

Por ello a su familia, a su esposa, sus seis hijos y hoy 10 nietos y 8 bisnietos, los aviadores integrantes de la mesa de los miércoles les hacemos llegar el más sincero pesar por esta sensible partida. Despegue final de un piloto aviador querido que nos cuidará desde lo alto a todos a quienes amó y nos premió con su amistad.

Así es como en 1944 siendo un adolescente, ingresó como cadete a la escuela de aviación al curso de aspirantes a copilotos de la línea aérea nacional.  Durante su dilatada permanencia en LAN tuvo un largo periodo de desempeño en la zona de Punta Arenas.   Su permanencia en ella se vio marcada por un sinnúmero de actividades aeronáuticas, comerciales y sociales tendientes a mejorar la conexión aérea de la región.   Tan es así, que la DGAC y la FACH le otorgan la condecoración “Cruz al Mérito Aeronáutico” por la fructífera labor cumplida en la zona austral de Chile, incluida la definición del aeródromo de Puerto Williams, operativo hasta el día de hoy.

Como dijeran hace poco tiempo atrás en una reunión de camaradería, sus amigos de LAN lo calificaban como una persona de trato cálido y amistoso. Y agregaban “que supo sembrar en nosotros la semilla de la amistad que perdura hasta hoy transcurridos más de cincuenta años”.

Concluida su vida como piloto comercial en Lan Chile regresa a su querida institución Fuerza Aérea, en la difícil época de los años setenta, oportunidad en la que, obedeciendo un llamado de la patria, vuelve al servicio activo donde cumple labores de instrucción de vuelo, de apoyo a las actividades aéreas en el Grupo de Aviación N°10 y luego desde la Dirección de Infraestructura de la Fuerza Aérea, mueve el brazo logístico institucional para crear la base antártica y la pista Rodolfo Marsh.  Abriendo nuevas rutas de honor en los anchos y abiertos campos del espacio. Jorge siempre fue fiel a sus compromisos

Nuestro “miercolino” fundador Jorge, fue un piloto aviador de primera clase, de un espíritu moderno que no conocía de obstáculos ni inconvenientes y siempre dispuesto y pronto a realizar cualquier tarea en aras de la amistad y del servicio. Emularlo es y será una honra para los aviadores. Luchó y trabajó por su profesión con contagioso entusiasmo, ya que la consideraba un premio de Dios. El cumplimiento que hizo de su misión en este mundo es digna de todo respeto y de toda consideración. Sabemos de su satisfacción honda y viril, pero sin alardes por los logros aeronáuticos del país, conseguidos con su participación plena de mística y de una responsabilidad de cuidado por la seguridad de vuelo, sagrada para todo aviador, pero particularmente para él.

Su amor, cariño y lealtad indestructible por la Fuerza Aérea son características de su persona que el tiempo no podrá borrar de la institución porque representan valores permanentes de un aviador bien nacido, de un patriota de corazón y de un hombre a carta cabal.

Distinguida familia, sepan ustedes que estamos convencidos que tuvieron en vuestro seno a un esposo, padre, abuelo y bisabuelo aviador de inagotables experiencias y recuerdos y que durante esa vida profesional tan variada y completa, de ello los “miercolinos” somos testigos, tuvo siempre a su familia en la mente y en el corazón.

Sus amigos aviadores damos fe de las cualidades de este profesional del aire, de su vocación por el vuelo y de su siempre alegre y bien dispuesta personalidad. Dios nos premió sin duda de contar en la selecta elite de los aviadores con un personaje de valor singular, ejemplo de vocación, de una adhesión irrestricta a su patria y a su Fuerza Aérea.

Los “miercolinos” fuimos testigos de su franqueza en la amistad, de su entusiasmo juvenil omnipresente que pese a sus años nunca lo dejó.

“Cholulo” fue para nosotros un amigo sin dobleces, sin mezquindades, sin amarguras, fue un amigo sincero, alegre, de buen humor, que nos enseñó cómo enfrentar las vicisitudes que nos depara la vida como un hombre íntegro y de bien.

Jorge, querido pariente y aviador, pero por sobre todo buen amigo.

Descansa en paz.”

***

Alocución del Director de “Águilas Blancas” Sr. Aníbal Pinto:

“El Centro de Ex Cadetes y Oficiales de la Fuerza Aérea de Chile “Águilas Blancas”, a quien tengo el honor de representar, en estos momentos, esta de duelo, porque el destino ha querido llevarse de nuestras filas a nuestro apreciado y siempre bien

recordado socio aviador Jorge Rivera Alonso.

Estamos de nuevo aquí… los aviadores de Águilas Blancas … enfrentados al duro

camino de la muerte… rodeando angustiados los restos mortales de otro

camarada que se va. Pero su espíritu continuara entre nosotros … sus luces de

caballerosidad… sus virtudes de hombre bueno … y su ejemplar lealtad para la Fuerza Aérea de Chile y para su Centro de Ex Cadetes y Oficiales, y para sus amigos, son los recuerdos imborrables que nos deja.

Hoy nos inclinamos reverentes ante sus restos mortales… no para decirle adiós…

sino hasta pronto… porque su presencia continuara junto a nosotros… en el

recuerdo de los que fuimos sus camaradas.

A nombre del Centro de Ex Cadetes y Oficiales de la Fuerza Aérea de Chile

“Águilas Blancas”…hago llegar a su distinguida familia… nuestros sentimientos

de dolor por tan irreparable pérdida y les deseamos tengan fortaleza y conformidad…por su partida.

Aviador y camarada Jorge Rivera Alonso, “Alas y Amistad” es

nuestro lema… Agradecemos la amistad que nos brindaste en esta tierra…y

deseamos que nuestras alas te lleven en tu último vuelo.

Aviador Jorge Rivera Alonso, descansa en paz…

 

***

Publicación en Boletín Informativo Nº 8/2016 del Instituto de Investigaciones

Histórico Aeronáuticas de Chile

Defunciones

Don Jorge Rivera Alonso (Q.E.P.D.)

Comandante de Aeronave (R) de Lan-Chile Don Jorge Rivera Alonso “El amigo que nos dejó”

Hace algunos días atrás, tal como lo hacíamos con relativa frecuencia, lo llamamos para formularle una nueva consulta sobre la historia de la aeronáutica nacional y aunque nos atendió con el mismo afecto de siempre, el tono de su voz no dejó de preocuparnos.

Se notaba cansado y como si sus fuerzas y el entusiasmo que le era tan característico, comenzaran a abandonarlo.

Sin ser miembro de nuestra corporación, fue un entusiasta participante de las actividades del instituto, siendo una de las últimas, cuando nos acompañó a conmemorar los cincuenta años del ingreso del material Douglas DC-3 a la entonces Línea Aérea Nacional, empresa en la cual llegó a ser uno de sus más distinguidos pilotos.

Ferviente impulsor de los servicios aéreos en Magallanes, con medios precarios, llevó las ventajas del transporte aéreo a localidades aisladas y carentes de toda conexión con centros poblados y a su esfuerzo y constancia en gran parte se debe la construcción del entonces aeródromo de “Puerto Luisa”, hoy Puerto Williams y la posterior promoción del turismo en esa zona.

Hombre de temple y aguerrido valor, a riesgo de su propia vida, su hazaña de abastecer por aire a la dotación del faro Evangelistas en 1948, mereció reconocimiento nacional e internacional y de ello se dejó constancia con aquellas palabras que el tiempo ha preservado; “No solo demuestran pericia, espíritu humanitario y de cooperación de LAN, sino que constituye un timbre de orgullo para Chile”.

Formado como piloto en la Escuela de Aviación “Capitán Manuel Avalos Prado”, hasta sus días postreros se mantuvo ligado a la Fuerza Aérea de Chile, institución donde alcanzó el grado de Comandante de Grupo de Reserva y que premiara sus dilatados servicios con la Condecoración “Cruz al Mérito Aeronáutico”, distinción que en las grandes ceremonias él lucía con legítimo orgullo.

Camarada leal y sincero, aunque su capacidad física ya no era la misma, con pesar acudía a los funerales de sus camaradas que lo habían precedido en el tránsito al más allá y su voz velada por la emoción, se hacía oír resaltando las virtudes del que partía.

Ahora le ha tocado a él emprender aquel vuelo en que efectivamente se cruza un punto de no retorno y careciendo de su elocuencia y don de la palabra, le manifestamos nuestro pesar sincero, trayendo a la memoria lo que él una vez nos dijera; “Los aviadores estamos unidos por la amistad y esa, como los cielos, no tiene límites”.

Categories: Obituario

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