Nos estábamos manteniendo sólo en contacto telefónico propio del tiempo de “cuarentena”, forzados a cancelar nuestros habituales cafecitos del día sábado que compartíamos con Alejandro e Inés – y otros “Lanes” amigos – por mucho tiempo. Su salud se había deteriorado pero se mantenía siempre animoso y optimista, estaba a una semana de celebrar sus 92 años.
Solo hace poco habíamos conversado sobre un episodio que le había tocado vivir unos días después del 11 de Septiembre de 1973. Revisando la oficina de la Sub Gerencia de Operaciones de LAN en Los Cerrillos, se encuentra con algo inusual: lo que él -en su ignorancia militar y nula afición a la caza- identificó como “fusiles”…
Su extensa carrera como piloto le permitió acumular unos cuantos episodios muy especiales, entretenidos y únicos (Ver Sección CRONICAS- Agosto 15, 2011- “SALVANDO LA VIDA DE JOSÉ MIRÓ Pinceladas de la vida de nuestro asociado Comandante Alejandro Vidal”; Sección GAJES DEL OFICIO – Julio 15, 2010- “Y AHORA… ¡SIN ALERONES!” y “¡Los hombres verdes existen!”).
Resultaba muy entretenido escucharlo contar sus sabrosas anécdotas como la del bulto que, según el mecánico de Lima, había caído al suelo desde el “bay” del tren de aterrizaje. Habría sido alguien que habría optado por ese camino extremo para abandonar nuestro país. Otra, quedaría para siempre en los anales de lo secreto: Un vuelo con su colega José Sierra, en B-707, con una carga misteriosa que se trasladó sin escalas y fuera de aerovías desde nuestro país a Inglaterra, en tiempos de la guerra de las Malvinas (Falkland Is.). O cuando una incontrolable hemorragia nasal le obligó a un aterrizaje de emergencia en Panamá. You name it, they’ve got it! dirían nuestros hermanos de habla inglesa.
Alejandro era de porte más bien bajo y contextura delgada, al punto que sus amigos solían referirse a él – a sus espaldas, por cierto – como el “canario” o el “pajarito”. Sin embargo no había que engañarse, ante esa aparente fragilidad física se escondía un tremendo piloto. Fortaleza que además se enraizaba en su profunda fe en Dios. Y luego estaba el sostén de su familia y su tremenda vocación por el vuelo.
Su vocación aérea nació del contacto precoz con los aviones gracias a su tío Juan del Villar (Ver sección CRONICAS – Julio 15, 2016- “Juan del Villar Araya” 1ª y 2ª Parte) que tempranamente lo encaramó arriba de un Gipsy Moth, mientras cumplía funciones en LAN en los años treinta.
Sin embargo se inició en LAN como despachador y recién en 1954 hizo el curso de copiloto junto con Eduardo Aracena V., Vicente Benavente D., Marcelo Cisternas B., Marcos Obermaier S., Hugo Salgado, Sergio Kurth R., Silvio Parodi V., Ivo Mattil, Enrique Michaelsen y Jorge Pardo. Uno de sus primeros vuelos de copiloto lo hizo con don Federico Wünsch en su primer vuelo de Capitán, un vuelo que -como todos los de don Federico- siempre evocaban sabrosos recuerdos por su inconfundible vocabulario pulcro y castizo…
Otro seria con un Capitán muy ansioso de llegar a Coyhaique donde le esperaba un asado. En Balmaceda nevaba copiosamente. Sin embargo insistió – contra todas las aprensiones del copiloto Vidal-, despegó y a los minutos quedaron a ciegas a baja altur. Confiesa Alejandro que tomar los controles y volver a Balmaceda fue instintivo y sería la única vez que no respetó la autoridad del Capitán.
Cuando el tiempo apremia, especialmente en la zona de Puerto Montt, suelen producirse olvidos que cobran su precio. Con los cambios de tripulación suele no transferirse toda la información o dar continuidad a los procedimientos. El capitán rumbo a Coyhaique había confiado en el dato y no había ordenado la verificación física del combustible. En pleno vuelo el Capitán recibe el mensaje que solo habían sido despachado con el remanente de combustible dejándolos “colgados de la brocha”, sin poder llegar a destino ni regresar. Alejandro conocería Esquel y los pasajeros también,… por niebla en Coyhaique.
Felizmente los años de copiloto pasaron rápido y Alejandro haría su primer vuelo como Capitán con el copiloto más indicado para la ocasión, don Bernardo Lacassia que hacia sus primeras armas, ansioso de hacer méritos. Y por cierto los hizo, los festejos corrieron generosamente por su cuenta.
Un episodio más bien dramático fue el accidente del DC- 3 Nº 210 al mando de su compañero de curso Silvio Parodi. Era el segundo en Operaciones junto a su jefe y compañero también, Marcelo Cisternas. La búsqueda del avión había resultado infructuosa hasta que el Vicepresidente Mauricio Yanquez y los ejecutivos de operaciones aceptaron la visita de dos jóvenes “mentalistas”. Nada de convencidos escucharon que ellos sabían exactamente donde se encontraba el avión, dando incluso las coordenadas. Sin nada que perder se le dio la información el día siguiente al Capitán Sergio Riesle al mando del avión de búsqueda. Y lo que son las cosas: al tercer intento fue descubierto donde yacían los restos del avión.
Su carrera profesional yo llevaría a volar todos los modelos de aviones que en su momento operaba LAN desde el DC-3 hasta el B-707. En los 70 todavía simpatizaba con la “Patria Joven” y fue un activo promotor junto a su compañero Marcelo Cisternas y Jorge Rivera A. del nombramiento de Eric Campaña como Presidente de LAN, todos entonces todavía adherentes entusiastas del partido del Presidente Eduardo Frei Montalva. Con los años se empezó manifestar cada vez más desencantado.
A partir de 1979 buscaría nuevos horizonte, incluso en labores ajenas a la aviación. Pero pronto volvió a incorporarse a la actividad de piloto en Fast Air (su dueño Juan Cueto Sierra había sido su compañero de curso en el colegio) y Ladeco. Así fue como solía contarnos que probablemente era el piloto chileno que más años había volado el B.707: ¡nada menos que durante 22 años!
La partida de Alejandro nos deja un vacío difícil de llenar. Echaremos de menos sus nutridas y sabrosas historias. Estábamos acostumbrados a disfrutar de su cálida amistad y la de Inés. Buscaba permanentemente mantenerse cercano a sus pares pilotos tanto en el ámbito privado como en el de nuestra asociación.
Vaya todo nuestro afecto y condolencia para Inés y sus hijos, María Inés, Teresa y Alejo. Estamos seguros que sobreponiéndonos a la pena prevalecerá el recuerdo de un gran hombre.
1 Comment
Exequiel Sanhueza · Abril 27, 2020 at 4:12 pm
Siempre es muy difícil escribir algunas palabras con el propósito de recordar a un ser tan apreciado y tan querido, que ha emprendido antes que nosotros, su último vuelo a ese Hub Celestial, su último destino, su última morada. Me refiero al Comandante de Aeronave Don Alejandro Vidal. Mi relación con Don Alejandro es de larga data puesto que fui su copiloto durante varios años en el Boeing 707 de nuestra querida Lan Chile. Luego tiempo después, por esas maravillosas cosas de la vida, nos volvimos a encontrar en Ladeco y allí pude apreciar que además de su acostumbrada bondad, gentileza y su enorme profesionalismo, también tenía un enorme grado de compromiso con sus actividades de vuelo.
Por ello, en estos momentos, es difícil abstraerse de alguien que dio tanto para recordar, por lo que no puedo dejar de olvidar y destacar sus valiosos e innumerables gestos que tuvo para conmigo cuando trabajamos juntos en Ladeco Cargo, porque Don Alejandro era así, una persona íntegra pero también una persona tremendamente generosa. Espero poder acompañar a su Señora Inés de Vidal y su familia, en estos momentos tan difíciles y ruego al Altísimo, para que tengan la tranquilidad tan necesaria ante la dolorosa partida de Don Alejandro.