Javiera terminó por escribir la última página de su sufrida historia. Un sufrimiento que fue mitigado a lo largo de los años por una entrega de amor sin límites por su familia. Una familia construida en un ambiente de fuerte presencia Lan.
Lo que se vislumbra y se aspira como plan de vida suele ser torcido por acontecimientos inesperados, dolorosos. Esos acontecimientos nos suelen colocar en una situación de angustia y desorientación inusitadas, sin respuestas fáciles en lo inmediato.
Sólo una disposición de amor sin límites es capaza de dar la fuerza para encarar algo así. Una actitud que adquiere dimensiones heroicas, de constante aceptación y superación sin quejas ni alardes de ninguna especie.
Sumirse en ese camino recorrido por Claudio y su hija Claudia es compartir su dolor pero también compartir su paz producto de una entrega sin pausa ni medida a una misión de la más excelsa humanidad.
Es como la inmaculada porfía de la prístina pureza de la niña que muestra el grabado, que no sabe que es una estatua y ni siquiera imagina lo que pesa el acero de la cruz. La niña solo vio a un ser humano que necesita ayuda.
Claudio, el ejemplo de tu familia nos da a todos una tremenda esperanza de que es posible un mundo mejor. Tus colegas y amigos estamos a tu lado, con todo nuestro afecto y nuestra condolencia.
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