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Arturo Merino Benitez

 

El Decreto Ley Nº 413 de fecha 8 de Marzo de 1925 constituye el primer paso oficial para establecer en Chile un servicio de pasajeros, carga y corres­pondencia. Este Decreto entregaba al ciudadano francés Luis Testart “la concesión del aire patrio por tiempo indefinido, iniciativa que no prosperó, al estrellarse en el Club Hípico de Santiago el avión que él poseía.

Sin embargo, es el 5 de Marzo de 1929, la fecha que se ha considerado como aniversario de la fundación de este vital servicio de utilidad pública, cuando el Presidente de la República General Carlos Ibáñez del Campo, en el Aeródromo de El Bosque, firmó el Acta declarando inaugurada la Línea Aeropostal Santiago-Arica. Fue, pues, una mañana de hace 54 años, cuando desde El Bosque despegó un frágil biplano de Havilland Moth, piloteado por el Teniente Arturo Meneses Kinsley rumbo a Ovalle, dando inicio a los servicios de la naciente Línea.

Después de tres años de exitosa tarea de la Línea Aero Postal Santiago Arica, el 21 de Julio de 1932, por Decreto Ley Nº 247, se crea la actual Empresa, en ese mismo año se nombra su primer Consejo de Administración, quedando así oficialmente organizada esta Empresa aerocomercial, que pasa a denominarse desde ese momento Línea Aérea Nacional.

Primer Vicepresidente de la Línea fue nombrado el Comandante de Aviación Don Arturo Merino Benítez, que había sido durante tres años el verdadero creador y cerebro de ella. Los primeros Consejeros fueron: el Comandante Don Federico Barahona W., Director de Aeronáutica; el Capitán de Bandada en retiro Don Avelino Urzúa Castro, y los Señores Eduardo Alert Dereyse y Clodomiro Figueroa P.

Estos son los hombres que asumieron la enorme responsabilidad de desarrollar la Línea Aérea Nacional. Ya no se trataba de un simple servicio de práctica de navegación. Era una Empresa que contaba con múltiples servicios y que requería cada vez mayores medios. Ningún problema aparecía de fácil solución, el material de vuelo ya no era suficiente ni adecuado; era preciso habilitar los campos de aterrizaje necesarios para el mantenimiento de los diferentes servicios en la ruta; se necesitarían nuevos pilotos para los nuevos aviones. La tarea era abrumadora, pero ella no amilanó a estos visionarios. Poco a poco se fueron creando y organizando los diferentes servicios. Nuevas máquinas, más poderosas y de mayor capacidad, comenzaron a surcar nuestro cielo; mejores campos de aterrizaje recibieron sus pasajeros y carga; se instaló talleres de reparaciones; se organizaron cursos de instrucción de pilotos y tripulantes, etc. Esto y mucho más se hizo gracias a la capacidad y espíritu de sacrificio de los hombres que han dirigido a la LAN. Desde sus fundadores, todos han sido verdaderos apóstoles de una cruzada de progreso. Con fe inquebrantable han entregado sus energías en la lucha por la grandeza y prosperidad de la Empresa y así pueden contemplar con orgullo su obra: una Empresa Aérea prestigiada, con una magnífica organización que la coloca entre las mejores del mundo, y cuya existencia es un orgullo para la Patria.

Al fundarse LAN, sus primeros servicios fueron los mismos mantenidos por la original Línea Aero Postal. A estos se agregaron posteriormente algunos servicios locales en las zonas cupríferas y salitreras, iniciándose así la supera­ción de la nueva Empresa, cuyas alas empiezan a cubrir cada vez más territorio patrio. Y a en 1931, se efectuaban tres combinaciones semanales de ida y regreso entre Santiago y Arica, comenzándose también en esa época la combinación en Tacna con la Empresa peruana Faucett. Puede decirse que ésta fue la primera tentativa para establecer un servicio internacional. Hoy LAN cubre Norteamérica, Sudamérica, Europa y Pacífico Sur. En 1936 se recorre ya seis veces por semana la ruta Santiago-Arica y otras tantas rutas Santiago-Antofagasta. Ese mismo año la llegada de los Aviones Potez adquiri­dos en Francia, le da nuevos impulsos a la Empresa y le permite reemplazar su material ya bastante exigido.

En 1940 el diputado nortino, Pedro Opitz, crea la Ley 6.602 que benefi­cia a la Línea y al Club Aéreo de Chile. Esta ley que lleva el nombre de su autor, aumenta los medios económicos e instrumentos necesarios para su efectiva e imperiosa renovación. Como inmediato resultado se adquirieron en los EE.UU. aviones Lockheed Electra que, armados en el país, dan óptimos resultados.

Con estos aviones, con capacidad para diez pasajeros la Empresa entra en una etapa de franco progreso.

Por cada avión en vuelo es necesario disponer de un numeroso personal técnico terrestre, de sólida preparación para atender al mantenimiento y conservación del material. Es por eso que, desde la creación de Línea Aérea Nacional, muchos esfuerzos se dedicaron a la instalación de Talleres Técnicos que permitan la rápida y eficiente reparación de las máquinas.

En 1930, la Curtiss Wright Corporation había construido en los Cerrillos, una fábrica de aviones para atender algunas órdenes de compra de nuestro Gobierno. Viendo más tarde las pocas posibilidades de nuevas órdenes, la ofreció en venta a LAN, que la adquirió en 1936, en un millón novecientos mil pesos. Así nació la Maestranza de LAN, repartición que a través de los años ha realizado una intensa y tesonera labor, no sólo manteniendo en buen estado el material existente, sino ingenializándoselas para realizar algunas construccio­nes que permitieran aumentarlo, dada las necesidades del creciente desarrollo de la Línea. Así se construyeron los aviones LAN, que tan útiles servicios prestaron a partir de 1934.

Como prueba efectiva de la gran capacidad de este Departamento, podemos citar el hecho que la Empresa desde hace muchos años no registra accidentes de ninguna especie, tanto en su servicio nacional como internacio­nal, en lo que indudablemente gran parte de los méritos pertenecen a sus talleres técnicos y de ingeniería.

A través de sus 54 años de existencia LAN-CHILE ha recibido innumera­bles premios de Seguridad. Estos premios son conferidos por el Consejo Interamericano de Seguridad, con sede en Nueva York, que es el que controla las actividades de todas las Empresas Aéreas del mundo, y sólo pueden obtenerlo aquellas compañías que durante el año no han experimentado accidente alguno, que haya provocado daños al material o puesto en peligro la vida de pasajeros. LAN exhibe todos estos premios como el mejor reconoci­miento de su eficiencia, capacidad y experiencia técnica, de las cuales el país se puede sentir justamente orgulloso.

Es imposible poder valorar el presente de una Empresa, y menos aún prever sus proyecciones futuras, sin mirar con objetividad el pasado. Es por ello que, al cumplirse el 54° aniversario de su fundación, he creído necesario dar a conocer la Historia de esta Empresa, que está tan arraigada, por su tradición y los innumerables servicios prestados al país, al alma nacional. He estimado oportuno hacer esto como tributo de público reconocimiento hacia quienes fueron los forjadores, y posteriormente, los ejecutores del quehacer diario de LAN-CHILE. Esta historia abarca desde sus comienzos incipientes hasta el inicio de la era del JET, vale decir desde 1929 a 1964. Posteriormente se completará hasta nuestros días.

Es posible que en este primer intento se nos escapen datos fidedignos, como así también algunos nombres de sus primeros creadores. Hemos recu­rrido a la voluntad de algunos ex miembros de LAN, los cuales, con su información de la época vivida, han contribuido a dar forma y secuencia a esta historia.

Todo esto, sin lugar a dudas valoriza aún más el trabajo infatigable del historiador y miembro de la Fuerza Aérea de Chile, Comandante de Escuadrilla Don Sergio Barriga Kreft, quien en un relato ameno y veraz nos muestra en el presente trabajo la vida y obra de esta joven Empresa de 54 años.

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PATRICIO SEPULVEDA CERON – PRESIDENTE

Los Cerrillos, 5 Marzo 1983

 

INTRODUCCION

 

A la memoria del insigne creador de Línea Aérea Nacional, Comodoro Arturo Merino Benítez y de todos aquellos pilotos y tripulantes que rindieron su vida al servicio de la empresa, se dedica esta obra que constituye la primera parte de su reseña histórica. Período que abarca desde 1929, en sus comienzos con débiles y frágiles biplanos De Havilland Moth, hasta 1964 en el inicio de la era del jet con la llegada de los birreactores Caravelle.

Indudablemente escribir la historia de LAN-CHILE es una obra de magnitud, por lo que este trabajo puede adolecer de vacíos y omisiones, derivados de su realización en aproximadamente dos meses y de los antece­dentes que en tan corto tiempo se pusieron a mi disposición.

Sin embargo, creo que despertará la inquietud y el entusiasmo de pilotos, tripulantes y demás funcionarios de la empresa, tanto en servicio activo como en retiro, quienes aportarán mayores datos que permitan en un futuro no lejano entregar una obra completa de lo que ha sido Línea Aérea Nacional.

En cuanto a los hechos y fechas en él citados se ha querido publicar sólo aquellos cuya comprobación no ha merecido dudas por haber sido obtenidos de los libros de actas del Consejo.

Vayan mis agradecimientos al Sr. Presidente de LAN-CHILE don Patricio Sepúlveda C., al Sr. Gerente Técnico don Eduardo Del Campo O., y al Gerente de Operaciones, Comandante de Aeronave Sr. Luciano Arias P., quienes me alentaron en todo momento y facilitaron el acceso a fuentes de documentación dentro de la empresa.

Asimismo, mi reconocimiento a los señores Gerardo Roa A., Relaciones Públicas de la Presidencia y Pedro Bustos Fierro, los que me prestaron su leal y abnegada colaboración en el logro de esta tarea.

Deseo destacar también la cooperación obtenida del ex-instructor de vuelo Sr. Cyril Halley-Harris y de los ex-comandantes de aeronaves Señores Alberto Beytía V., Carlos WulfD., Jorge Verdugo C. y Raymond Alarcón M.

Finalmente, mi sincera gratitud al ex-comandante de aeronave Sr. Al­fonso Cuadrado Merino, quien me proporcionó valiosos antecedentes y me facilitó su completo e interesante archivo histórico aeronáutico, y a mi secretaria Carmen Hidalgo Stuardo por su ayuda en la recopilación y clasifica­ción de material histórico y en la elaboración del texto.

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SERGIO BARRIGA KREFT

SANTIAGO, FEBRERO DE 1983.


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